SECCIONES (ETIQUETAS)

sábado, 9 de octubre de 2010

Seres invisibles

A veces me siento invisible ... y de esas veces, alguna que otra la sensación me gusta. Hasta es posible que cada vez más :-). En cualquier caso, esta semana me sucedió algo curioso. Llegó al trabajo alguien a quien conocí brevemente en Bratislava. Supuse que, cuando llegara, me llamarían. Supuse mal. La verdad es que no me importó porque más bien temía que me llevaran a comer con ellos. No por nada sino porque ello supondría dejar tirados a la gente con la que suelo comer sin darles apenas tiempo para buscar un plan B.

El caso es que allí estaba, junto con el resto del equipo que afortunada o desgraciadamente para ellos no han caído en el ostracismo ... todavía. Y es que, a falta de que me recuperen para la sociedad con alguna labor menos marisquera, aunque no necesariamente más gratificante, que apagar fuegos, ahora la verdad es que no han asignado ninguna ocupación que quite el hipo. Más bien al revés.

Quizás por eso, creí percibir alguna mirada escrutadora un par de días después cuando nos reunimos con este hombre. En concreto, había preguntado al equipo por sus inquietudes y el equipo se había expresado de forma cautelosa. Bueno, de forma verbalmente cautelosa pues no hacía falta más que un poco de lenguaje visual para saber que no estaban siendo necesariamente sinceros o que al menos se reservaban sus opiniones al respecto para un mejor foro: la hora de cualquier comida en la que no hubiera jefes.

Como digo, creí percibir alguna mirada escrutadora cuando yo sí respondí lo que creía. Aunque, evidentemente, guardando las formas, que no es plan de tirar piedras sobre tu tejado. Pero si querían que me hubiera envainado las opiniones, tendrían que haberlo hecho con anterioridad a la reunión: ya era tarde, ellos preguntaban y yo contestaba.

Y así, sin que nada más ocurriera, salvo esa intuida mirada escrutadora, acabó la reunión y volví con lo mío, unos informes de complejidad paralela a su urgencia. Y acabé uno de ellos que resultó complejo de validar y acabé otro que, una vez empleado cierto ingenio, no era tan complejo como parecía. Y sé poco más, ni siquiera en cuáles de las cosas urgentes me van a emplear la semana que viene. Aunque tampoco me importa, al fin y al cabo me pagan por trabajar. Definitivamente, sin estar mal cuando no se es, aveces se está mejor siendo invisible :-).

Un saludo, Domingo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario