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viernes, 26 de febrero de 2010

Tras diez años

Tras diez años, once en algunos casos, varios de mis compañeros han cambiado de empresa. Han cambiado a una donde, aparentemente, se trabaja mucho mejor y además recompensan de una forma más justa. Los motivos para cambiar han sido varios y este blog no es lugar donde exponerlos. El caso es que no solo espero y deseo, también tengo el convencimiento de que les irá muy bien.

Por otro lado, otro compañero que tuvo la suerte o la desgracia de entrar en la empresa bajo mis órdenes (quitando el primer mes o así, ya que yo entré cuando el proyecto estaba empezado) hoy ha comunicado también que se marcha. Se va a Gibraltar, a la misma empresa a la que se marchó otro de los chicos de aquel proyecto, en particular el que iba siempre con un muñeco de Gozilla que llevaba a todas partes, hablaba algo de japonés y de ruso y montaba "gallinas" en vez de "líos" para solucionar las cosas. Buenos tiempos aquellos, y lo de las gallinas la verdad es que era pegadizo, al final acabó todo el mundo usando la expresión.

Así que cada vez quedamos menos y algunos hasta con ofertas para cambiar, si bien es cierto que nada concretas. Pero por ahora, a prácticamente nada para la boda, la verdad es que me tientan más unas oposiciones o en su defecto un horario de 8 a 15. La verdad es que está complicado, muy complicado diría yo. En cierta forma se podría decir que esta semana he metido a ver si hubiera suerte y tocara. En mi vida me había tocado nada, es lo que suelen decir en los concursos/sorteos que se emiten por la radio o por la televisión. Eso mismo hubiera dicho yo hasta hace poco, aunque con el aclarador condicionante de no haber participado nunca o casi nunca. Sí, alguna que otra quiniela y ya está.

Pero ahora ya no puedo decirlo. En noviembre del año pasado, mientras miraba en la web de El Corte Inglés www.elcorteingles.es buscando alguna arrebatadora oferta de televisiones/televisores, me salió uno de esos gráficos animados. Era uno de esos gráficos animados para cuya desaparición me encomiendo a un plugin bloqueador de publicidad y que entonces, bien porque el Chrome no lo tuviera (ahora ya sí) o bien porque simplemente el bloqueador de Firefox no lo reconocía, había escapado con vida.

El anuncio era acerca de una encuesta y correspondiente sorteo entre los que respondieran. Y como quiera que las encuestas no me dan mucho repelús, yo contesté. Un par de meses después, quizás tres, recibí la grata noticia de que había sido agraciado en aquel sorteo. El premio, unos cuantos euros regalo en una tarjeta del centro comercial anteriormente publicitado.

Así que nada, ya no puedo decir eso de que nunca me haya tocado nada. Ahora solo me resta confiar en que, tras la primera, venga la segunda y, de alguna forma, pueda tener tiempo para decidir qué hacer de mi vida profesional o, dicho de otra forma, a qué oposición podría presentarme. Diez años en una empresa (los cumpliré el mismo día que Giovanni cumple 30 o que mi compañero el nuevo gibraltareño cause baja) es una magnífica cifra para cambiar ... igual de magnífica que para quedarse.

Un saludo, Domingo.

sábado, 20 de febrero de 2010

Vuelta la burra al trigo

Podría referirme al Hattrick donde ya es casi seguro que mi equipo descenderá a causa, entre otras cosas, de que los goles, que se distribuyen al azar, caen siempre del lado equivocado :-).

Podría referirme a que vuelvo a escribir desde Linux, aunque esta vez en el ordenador de sobremesa en vez de en el portátil. Por cierto, Linux ha mejorado mucho y ahora está muy bien ... pero sigue teniendo como inconveniente, no ya que al final acabes en la consola de comando, sino que, si no sabes, te lo cargas con gran facilidad haciendo cosas que deberían ser seguras.

Podría referirme al fútbol de los sábados ya que la semana pasada no jugamos por la lluvia. Igualmente, este jueves pasado tampoco jugamos a causa de la lluvia. Hoy, en cambio, sí que hemos jugado ... y madre mía si he notado la inactividad. No tanto en el aspecto físico, que ahí no ha habido mucho cambio, como en lo relativo a la habilidad. He fallado dos goles cantados, he sido incapaz de hacer nada con el balón y encima éramos uno menos.

Pero no, me refería al trabajo. Lamentablemente vuelven los tiempos de incertidumbre con los que nos desayunábamos el año pasado. Y si bien es cierto que ya nos pilla vacunados, también lo es que llueve sobre mojado. Con este tipo de políticas lo único que consiguen es que no haya nadie que se sienta identificado con la empresa ni trabaje contento. Por si fuera poco, la metodología "Agile" (léase "ayail") se parece mucho a la improvisación, las formas hace tiempo que están perdidas y las excepciones parecen asentarse como normas. En ese ambiente no es extraño que haya pocas personas que sean optimistas con respecto al futuro.

En fin, podría seguir pero nunca he comentado mucho acerca del trabajo y no quiero empezar ahora. En vez de eso, empezaremos a darle vueltas a las cosas, por muy tontas que puedan parecer. En concreto, estaba empezando la entrada y pensaba en si algún día tendré que explicarle a un hijo lo que significa la expresión ya que entiendo que alguna vez la usaré. Pensé que, como ser fundamentalmente urbanita, quizás no haya conocido ningún burro en vivo.

Pero eso tampoco debería ser problema porque yo mismo solo he visto algún que otro rucho, incluyendo aquel en el que mi abuelo me subió cuando tenía yo 4-5 años (y todavía se podían ver en los pueblos tanto a estos como a las nobles acémilas). Igual para el trigo, pues yo mismo no habré visto más trigales que los que pueda haber cerca de las carreteras por las que alguna vez haya pasado.

Por otro lado, si la criatura tuviera que usar las dos manos para mostrar sus años, habrá recibido asignaturas de conocimiento del medio o, incluso mejor, Ciencias Naturales que es un nombre que me gusta mucho más y me trae mejores recuerdos. Es decir que probablemente sabría lo que significan cada una de las palabras por separado.

Pero, aún así, quedan otras dos dudas por resolver. La primera es si yo seré capaz de explicarle lo que significa. Esperemos que sí, que sea capaz o si no, mal vamos. Y la segunda es si esta expresión saldrá alguna vez de sus labios. No conozco ningún estudio al respecto, lo cual no significa, ni mucho menos, que no lo haya. Como digo, no conozco ningún estudio, o no lo he leído o lo he leído y no lo recuerdo que trate acerca de cómo se van creando/perdiendo ciertas expresiones.

Me resultaría interesante saber desde cuándo está el pobre jumento yendo y viniendo a la era. Pero es posible que la expresión esté en peligro de extinción. O incluso expresiones habituales ahora, tales como "Cambiar el chip", quizás tengan también un recorrido en el tiempo que no dure más de unos cientos de años, ¿quién sabe?.

No creo que yo vaya a ver su extinción. En todo caso el que podría verlas es Pepe. Casi 70 años y jugando al fútbol mejor que los que tenemos la mitad. Si hay alguien de nosotros que pueda verlo, ese es él.

Un saludo, Domingo.

lunes, 8 de febrero de 2010

Linux y el tiempo

Lo de Linux es solo porque estoy escribiendo desde el chrome que he instalado en el Guadalinex que he instalado ... en el portátil. La verdad es que hacía muchos años que no instalaba un linux. En aquella ocasión (2003-2004) creo que fue un Red Hat 7 al que le creé las particiones y después le dije que se instalara él ... craso error. Me borró la tabla de particiones, el Windows y los 40 gigas que tenía en capítulos de MacGyver. Aunque lo bueno que tenía aquello fue precisamente que Linux te ofrecía muchas otras herramientas para desfacer el entuerto y finalmente lo conseguí. Restauré las particiones y recuperé los capítulos de MacGyver que luego apenas vería.

Posteriormente usé linux en alguna ocasión pero como live-cd para recuperar algún que otro fichero perdido y poco más. De vez en cuando, muy de vez en cuando, probaba alguna nueva versión del Knoppix, el live-cd que más me gustó y veía que la cosa iba cada vez mejor, aunque nunca me decidía a dar el paso de instalarlo y mucho menos usarlo. Pero ahora sí, ahora sí me he animado.

Todo empezó con la subida de tensión que hubo en mi casa el verano pasado y que acabó con medio ordenador hecho unos zorros. El seguro se hizo cargo y me trajeron de vuelta un ordenador que iba bastante mejor que el que se estropeó. En primer lugar venía con un procesador dual core, en segundo lugar con un XP que no sé muy bien por qué, arranca que se las pela.

Eso sí, perdí mi certificado digital, que tuve que volver a solicitar; perdí las fotos, aunque tenía copia de seguridad y perdí también el .pst con mis correos, del que también tenía copia de seguridad. No sé qué hubiera pasado de no haber estado en Bratislava pero como estaba allí, no me di ninguna prisa en instalar nada. A eso se le unió que el Open Office es razonablemente bueno, bonito y barato (el razonablemente afecta solo a bueno y a bonito, no a barato, que para eso es gratis), que gmail me permitía reunir en un único sitio todo mi correo POP3 y que ya me había acostumbrado a usar la interfaz web (sobre todo ahora que casi todos los navegadores vienen con corrector de ortografía).

Así que, como digo, no instalé nada de eso. Además como tampoco usaba ningún software especial y lo poco que usaba procuraba que fuera open source, el PC de sobremesa se quedó así. A finales de año, me entraron las ganas de probar de nuevo a ver qué tal iba ese Linux que en su momento no le había podido ganar la batalla a Windows y solicité (no en vano lo pagamos) que la Junta de Andalucía me enviara un DVD de instalación de Guadalinex. Además, este sistema operativo se suponía que tenía otras ventajas, entre ellas que se suponía que traía de serie numerosas aplicaciones educativas.

Lo solicité a finales de noviembre o principios de diciembre. Me llegó la última semana de enero. Sí, definitivamente debería hablar con mi cartero. Y eso que los libros que compré allende los mares sí que vinieron en un tiempo prudencial. Serán cosas de la globalización, supongo.

Tenía por aquí el portátil de mi padre, que estaba dando muchos fallos y en el que quería experimentar a ver qué tal. Aparte, mi hermano se iba a comprar otro por lo que el de Linux quizás quedara libre ... no quedó libre, aunque eso es otra cosa. El caso es que instalé Linux y llegaba la parte más peliaguda, el usb wifi. Con mucho trabajito y una aplicación fabulosa que te lo configura todo a partir del .inf de Windows, al final el wifi tiró adelante. Bueno, uno de los dos wifis porque con el otro fue imposible.

Y una vez conseguida la machada, quedaba lo más fácil, instalarlo en el portátil donde otras distribuciones en live-cd funcionan sin problemas ... ya, ya, ya ... lo más fácil. Al final fue algo más sencillo que en el de mi padre pero no trivial. Entre otras cosas me tuve que bajar 50 megas de drivers originales solo para el ficherito bueno, que no era ninguno de los que había cogido de Windows ni de los que la gente ponía por ahí en sus soluciones.

Y poco más, ya está el Guadalinex en los dos portátiles, con su wifi y todo. Ahora estoy en este instalando los paquetes educativos ... por si en un futuro hicieran falta. La verdad es que me gusta y, si puedo, por ahora creo que lo seguiré utilizando. A ver cuánto me dura :-).

Pero claro, esto, dentro de "Linux y el tiempo", hace referencia a Linux, pero no al tiempo. Al menos no directamente. Como decía, hacía ya 6-7 años que no instalaba un Linux. De igual forma, no hace mucho me preguntaron si yo recordaba cómo iba no sé qué distribución de estadística. Comenté que eso yo lo vi en 1994-1995 por lo que hacía ya casi 15 años (que no es nada y por lo tanto es algo). De igual forma, hace ya 11 años que acabé la carrera y dentro de unos meses hará 10 que estoy trabajando en la misma empresa. Y siguiendo con esos años, a finales de 2009 me encontré con una persona que hacía unos 12-13 años que no veía. Bueno, en realidad no era él, era su hermano gemelo. Estuve un rato hablando con él, me contó más o menos lo que había sido del hermano y, tras darle mi dirección de correo para que se la diera a su hermano, me despedí. Hasta ahora no he sabido nada de él.

En cualquier caso, me dio realmente pena lo que escuché, que no fue más que la historia de un Einstein al que no han sabido ayudar o que no se ha sabido ayudar. Se trata, creo que sin dudas, de la persona con más capacidades con la que he compartido estudios. Por cierto, no sé si es que pensé en escribir sobre esto y no lo hice o porque he comentado el tema con amigos pero tengo la sensación de haber escrito ya esto.

El caso es que tuve compañeros buenos/muy buenos pero en la mayoría de los casos sus aptitudes necesitaban de una forma sine qua non de sus actitudes. Este chico no, su genio/ingenio le permitía pasearse sin esfuerzo aparente por zonas que a otros nos parecía que tenían, cuando menos, una capita de barro bien despachada. Si tuviera que compararlo con algún personaje cinematográfico, sin duda sería con el Indomable Will Hunting. Posiblemente no sería muy descabellada la escena esa en la que él quema una demostración por parecerle trivial mientras el viejo y laureado profesor se desespera porque sabe que él nunca conseguirá hacer algo así. Quizás sea pasarse, lo sé, pero creo que esa imagen sería más cercana a la realidad que la inversa.

Supongo que en casos como estos se me antoja tan necesaria una reforma educativa en condiciones como una reforma educativa que permita guiar a superdotados así. Puede ser que este tipo de personas pierda con el cambio, sobre todo si se frustran, pero también puede ser que simplemente vivan bien con lo que tienen y no quieran nada más. Eso no sería criticable, lo criticable sería el primer caso, por motivos obvios, y en el segundo que nosotros como sociedad saldríamos perdiendo por no haber sabido motivarles.

Un saludo, Domingo.

miércoles, 3 de febrero de 2010

He llamado a la grúa

Este comentario, junto con otro que posiblemente he olvidado, debía haberlo escrito hace una o dos semanas, pero esto es lo que hay :-). El caso es que hace un par de semanas el ordenador había dejado de funcionar normalmente. Se encendía y, tras unos minutos funcionando de forma normal, se apagaba sin previo aviso. A continuación si lo intentabas encender de nuevo, duraba encendido solo unos segundos.

Sospechaba que podía ser problema del ventilador pero no le encontraba mucho sentido porque aparentemente estaba bien. De todas formas, me bajé el Speedfan, un buen programita, gratuito, para poder ver precisamente las temperaturas que puede alcanzar tu máquina. Lo primero que vi fue que la temperatura estaba bastante alta, unos 60 grados o más. Pero también me resultaba raro porque aparecía esa temperatura en uno de los dispositivos, aparentemente una cpu, mientras que para la otra marcaba una temperatura mucho menor. Y era raro porque en realidad era un único procesador por mucho que pudiera tener doble núcleo.

En cualquier caso, era encender el Chrome (que necesita bastantes recursos) y en cuanto se le exigía algo, el ordenador se apagaba. Ya estaba claro ... y en botella. Así que desmonté el ventilador e intenté limpiarlo como buenamente pude, incluyendo dejar perdidos el cubo de la basura y posteriormente el lavabo, al soplar en el interior done había mucho polvo. A continuación lo puse y pasó a enfriar bastante más, llegando los picos de temperatura a los 70 grados o así. Pero al menos no se apagaba.

Al día siguiente fui a una tienda de informática a comprar pasta disipadora (o como se llame) o incluso un ventilador nuevo, que fue lo que finalmente compré. Llegué cuando faltaban 10 minutos para que cerraran y había mucha gente. Había dejado el coche aparcado en la entrada a un colegio, sitio que me pareció mucho mejo que en doble fila donde lo había puesto otras veces, aunque visible desde la tienda, por si molestaba.

Entre la gente que había en la tienda y la música que tenían puesta alta, no escuchaba nada. Hubo un momento en que me pareció escuchar un claxon pero tras pegar la oreja, dejé de escucharlo así que pensé que no sería el mío. Esperé a que me terminaran de atender y salí con mi bolsa. Al salir mis temores se convirtieron en realidad. Un caballero estaba intentando salir del colegio y no podía porque mi coche le impedía el paso.

Me apresuré y nada más llegar me disculpé porque no había escuchado nada (fue una ligera mentirijilla porque sí que me había parecido escuchar aunque luego dejara de hacerlo). El caso es que el caballero, procedente de algún país indeterminado de Suramérica (aunque esto no aporte nada a la historia), no quería atender a mis excusas. Supongo que estaría harto de que le pasara lo mismo y siempre con la misma tienda, no sé. El caso es que le reiteré mis disculpas, intenté también explicarle por qué había dejado el coche allí, que era simplemente porque pensaba que a las 8 de la noche no habría nadie en un colegio mientras que en una calle estrecha y en doble fila era mucho más probable que el coche estorbara.

Pero no había suerte, el caballero seguía diciendo que no había derecho, que llevaba no sé cuánto tiempo esperando (creo que ahí él también exageró) y demás. Entonces pasé a intentarle explicar por qué no había podido escuchar nada, que era fundamentalmente a causa del volumen de la música de la tienda y ... por supuesto él me seguía recriminando mi acción. Es más, llegado un momento me dice:

"Pero es que eso no es excusa, no se puede aparcar aquí"

Y entonces le contesté que no lo consideraba una excusa, que ya me había disculpado varias veces y podía incluso disculparme otra si era lo que quería pero solo quería que supiera por qué había pasado aquello. Y nada, visto que el hombre seguía erre que erre con sus reproches y que aparentemente lo que anhelaba era que yo le contestara indignado y empezar una escalada de reproches, entré en mi coche y me dispuse a marcharme. En ese momento, me dice ... "pues que sepas que he llamado a la grúa para que se llevara tu coche". Algo que no terminé de entender del todo pero bueno, le dije que estaba en su derecho y me marché.

Lo curioso del caso no es el caso en sí sino que, siendo como soy especialmente escrupuloso con todo lo relacionado con el tráfico y dejar el coche mal aparcado durante mucho (o poco) tiempo, es la segunda vez que me pasa. La primera vez me pasó en el apartamento. No había sitio donde aparcar y lo dejé bloqueando un par de coches, con una nota que indicaba cuál era mi móvil y mi apartamento para bajar si molestaba. Ese procedimiento era habitual y lo había visto muchas veces en otros vecinos, aunque yo apenas lo había utilizado.

El caso es que no tocaron al portero, mejor dicho, no tocaron bien y, supuestamente, hartos de esperar, fueron a buscarme. Creo que iba a ducharme en ese momento y le dije que bajaba en un segundo. Me comentaron que eso cómo podía ser y le contesté que si quería podía salir desnudo. Me vestí, salí y reconocí al vecino en cuestión. La discusión se desarrolló en términos parecidos a los del colegio, me disculpé mil veces, expliqué por qué había hecho aquello pero ninguna disculpa ni razón era válida. Lo único importante era que yo era un insolidario, un cara dura y no sé qué más. Visto que no tenía mucho sentido seguir con la discusión, lo comenté abiertamente y me metí en el coche para quitarlo. Entonces me vienen a decir algo así como que no le diera la razón como a los locos y que no moviera la cabeza. Volví a decir que no tenía sentido continuar con la discusión y me fui, avancé unos metros y aparqué en un sitio que se había quedado libre.

Ahí quedó la cosa. El caso es que parece que no tengo mucha suerte con estos casos. Alguna vez he sido yo la víctima, me he cabreado como un mono pero cuando ha llegado la persona y se ha disculpado, le he dicho que intentara que no volviera a ocurrir o estar más atento y ya está. O será que a ellos nunca les ha pasado. Lo mismo pasa cuando la gente está conduciendo el coche, no solo dentro intentando salir. Supongo que es el volante, que saca de lo malo a lo peor de algunos de nosotros.

Un saludo, Domingo.