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lunes, 27 de diciembre de 2010

Feliz Navidad 2010

La felicitación de este año ha sido más pobre en medios audiovisuales que la de años pasados. Quizás porque estamos en crisis, aunque solo sea de tiempo :-).

Este año además ideé la felicitación directamente sin pasar por el ordenador. Debo decir que en el ordenador veo mejor la longitud de los versos e intento acortar si hay alguno que sea especialmente más largo. Sobre todo porque en un SMS tampoco puedes poner la Biblia. Así que pensé y pensé hasta llegar a dar con algo que no era del todo lo que quería pero que sí tenía ciertos elementos que me resultaban graciosos.

El primer lugar estaba la rima del 2011 con el bronce. Eso es algo que tuve claro desde el principio. A falta de otra palabra que diera más juego, "bronce" me resultaba especialmente aconsejable para este fin.

En segundo lugar estaba el concepto del amor y el dinero, faltaba la felicidad pero digamos que este año vendían un pack promocional que incluía amor y felicidad. El dinero, el vil metal, me daba cosa meterlo pero hay que ser conscientes de que mucha gente lo está pasando mal y algo de vil metal les vendría de perlas. No solo eso, ya lo dice la sabiduría popular: "Cuando la pobreza entra por la puerta, la felicidad sale por la ventana". Eso, unido a los presagios que dicen que el 2011 va a ser de transición (lo cual casi que sería positivo tras el pavoroso 2009 y el no especialmente bueno 2010), hicieron que intentara pensar en positivo y aportar mi granito de arena para que la situación pueda empezar a revertirse antes de lo que pensamos.

Por último está el concepto del conjuro. Cuando estos años atrás he recibido mensajes similares (copiados de algún lado, además), no me han terminado de hacer mucha gracia. Es lógico, no soy yo especialmente amigo de este tipo de artes ni tampoco de copiar algo que ha hecho otra persona. Me pareció un tanto irónico poder iniciar una de estas cadenas y que la gente reenviara un mensaje con buena intención pero con un contenido tan "tonto".

Así pues, quedó lo siguiente:

A: Amigos@todos.son
Asunto: Feliz Navidad
Mensaje:
Añade la pata al caldero,
Haz felices a los que quiero,
Mutan en oro la plata y el bronce,
Así dice el conjuro del amor y el dinero,
Solo bueno traerá el 2011.

¿Peros?. En principio, además de los ya expuestos, que no era un mensaje personalizado con una rima que acabara en -ingo y el último verso acabando con mi nombre. Eso hace que el mensaje sea más difícil de plagiar, pero tampoco está la cosa como para ir poniendo dificultades a la gente. Como si lo quieren meter en un libro y registrarlo. Con que la gente lo lea y les inspire aunque sea un poquito, con eso me basta.

¡¡¡Feliz Navidad!!!

Un saludo, Domingo.

De visita

Esta tarde estábamos comiendo en un restaurante. Se trata de un restaurante al que nunca habíamos ido porque no nos había llamado la atención ni la variedad (aparentemente escasa) ni el precio (aparentemente alto). Pero hoy nos decidimos a darle una oportunidad. El resultado es que el precio era ligeramente más alto de lo normal pero todavía razonable y la comida bastante buena. Sin embargo, no creo que sea eso por lo que lo recuerde.

Nada más llegar nos sentamos en una mesa al lado de otra donde comían un señor y su hija. Ambos trataban de forma muy familiar a una de las mujeres que atendían el negocio. El trato era recíproco, ambos también eran tratados de forma muy familiar por las mujeres que atendían el negocio. Más tarde escuchamos como la niña llamaba "mamá" a una de ellas. El hombre posiblemente era el padre y marido de esta señora. Pero quizás tampoco sea esto por lo que recuerde este día.

Cerca de donde nos sentamos había una estufa de estas de gas que parece un champiñón muy muy delgado y alto. El día no era del todo frío, pero tampoco es que estuviéramos en verano, claro está. El sitio donde nos sentamos se parecía a estos asientos de escay típicos de los restaurantes en los EEUU. Justo encima nuestra, varias lámparas de estas de cristales pintados cuyo nombre no recuerdo. Una de estas lámparas, justo la que estaba sobre nosotros, tenía tres bombillas. Su proyección sobre el plano XY nos daba una separación de unos 120 grados. Además, añadiendo el plano Z cada una de ellas debía estar como a -45º del eje Z. No sé si ha quedado muy claro, no sé siquiera si lo he explicado muy bien pero el resultado es que las tres bombillas formaban un trípode, algo que no recuerdo haber visto :-). Pero tampoco creo que recuerde este día por ese detalle.

Dudé entre comer fabada o comer costillar de cerdo que era el plato del día. La verdad es que recuerdo con especial cariño la primera vez que probé las fabes, el chorizo y la morcilla asturianas en casa de J&J. Al final me decidí por el costillar porque la chica que nos atendía me lo recomendó y además decía que, al contrario que la fabada, no había siempre. Quién sabe si esa fabada no será incluso de bote. En cualquier caso, aunque el costillar estaba bueno, tampoco creo que recuerde este día por eso.

El local estaba a dos alturas. Nosotros estábamos en la planta baja y, subiendo unas escaleras, a un metro de altura aproximadamente, había otra parte. Justo nada más subir, a la izquierda, había una mesa redonda donde comían tres personas. Una de ellas me pareció un hombre mayor, calvo, con cierta similitud a algún vecino de la zona. Se ve que habían acabado de comer porque la camarera le preguntó si querían café y respondieron que no. Esa respuesta me sirvió para descartar que fueran guiris pues en un primer lugar me había dado la sensación de que alguna de las mesas de arriba, no recordaba cual, pudiera estar ocupada por ellos. Esto se empieza a parecer más al motivo por el que puede que recuerde este día.

Al rato, en una de las pausas de nuestra conversación, pegué la oreja a lo que estaban comentando en esa mesa y no pude entender ni jota. Me resultó extraño pues había podido escuchar su acento cuando lo del café y eran españoles sin duda alguna. Intenté prestar algo más de atención y, casi con toda seguridad deduje que hablaban vasco. Y se lo conté a mi mujer. Y este es el motivo por el que probablemente recordaré este día.

Cuando yo tenía 17 años, estuve de viaje de fin de curso en San Sebastián y me fui con las ganas de escuchar a alguien hablar en vasco. Entonces además ETA actuaba con frecuencia y nos aleccionaron muy bien para que nos abstuviéramos de hacer según qué comentarios. Cuando estuve en Galicia con 13 sí que recuerdo perfectamente que era muy común escuchar hablar en gallego. Por tanto, chocaba muchísimo la vileza etarra y el empecinamiento con la lengua vasca en un sitio donde tan complicado fue para mí escuchar hablar en vasco. No solo eso, la gente resultó, como por otro lado ahora resulta lógico pensar, extremadamente cordial. Aquella visita cambió para siempre mi impresión sobre los vascos. Poco después además la consejería de Turismo vasca, encabezada por Rosa Díez lanzó un lema que me pareció particularmente acertado. Algo así como: "que no te lo cuenten, vívelo."

Pero volviendo a aquel viaje, recuerdo que andando por la calle nos escuchó un hombre mayor, 50-60 años y reconocí nuestro acento. Nos preguntó ipso-facto de dónde éramos y al decirle que de Málaga nos dio multitud de recuerdos, nos dijo que le encantaba Málaga que había venido varias veces que ... Definitivamente para ser etarra no es necesario ser vasco, solo es necesario ser un asesino sin escrúpulos que no ataca a quien no es de su tierra, solo ataca a quien no piensa como él. Por tanto, una vez establecida esa premisa que debería ser tan clara pero que no lo es para todos, vasco no es igual a etarra, resulta más que curioso que haya tenido que ser en Alhaurín de la Torre y no en San Sebastián el primer sitio en el que haya escuchado hablar en vasco.

Pero justo en ese momento empecé a pensar. Bien, son vascos y están de visita por aquí. Pero por otro lado hablan en vasco y mi experiencia aunque escasa me dice que eso no es excesivamente normal. Es más bien de personas de interior de esas que no es probable que se cojan un viaje del Imserso para venir aquí y menos a Alhaurín que no tiene ningún encanto especial ... salvo uno. Uno que hace que todo tenga sentido: la prisión.

Así que le dije a mi mujer: "son vascos y están 'de visita'" y luego le expliqué qué tipo de visita en concreto era aquella. Pero eso fue ya después de que se hubieran ido. Antes, pagaron, hablaron de nuevo en español con la camarera, preguntaron por los servicios y, tras recibir las instrucciones marcharon los tres juntos. El hombre mayor, supongo que si mi teoría es cierta sería el padre del etarra en cuestión, ciertamente tenía algo de parecido con este vecino al que he visto alguna que otra vez. La mujer iba vestida digamos que de la forma típica-elegante que podría ir vestida una chica de IU, que hiciera actuaciones con mazas o algo así. Quizás no es la mejor forma de describirlo, pero tampoco encuentro otra :-). El hombre vestía de forma parecida aunque prácticamente convencional. Creo además que tenía un reloj de cadena en el bolsillo. Llegaron a la zona de los servicios, volvieron a hablar en vasco mientras el hombre joven preguntaba de nuevo algo a la camarera (o al revés, no me acuerdo) en español. Tras salir del servicio, los tres se fueron. Si mi teoría es cierta, quizás, rumbo al Norte.

Un saludo, Domingo.


miércoles, 15 de diciembre de 2010

Hijos y egoísmo

Siempre he tenido claro que quería tener hijos. Bueno, quizás no siempre, es cierto que a los 5 o a los 10 años no me lo planteaba. Tampoco sé si a los 15. Pero definitivamente sí que me lo planteé entre los 15 y los 20. No recuerdo cómo surgió pero sí que hablaba con alguien de algo ( ¿quizás "los padres"?) que finalmente derivó en "los hijos". No recuerdo exactamente qué pensaba, ni siquiera sé si lo que recuerdo es real o es lo que, mi memoria con esa curiosa habilidad que tienen todas las memorias de reescribir el pasado, me quiere hacer pasar como real.

En cualquier caso, tampoco creo que sea importante si esto fue así, o parecido o completamente diferente pero ha ido evolucionando con el tiempo. Lo importante es que, ahora mismo creo que con 15-20 años me sentía privilegiado por vivir en este mundo ( y no unos cientos de kilómetros más al sur, quizás) y consideraba que era muy egoísta quedarse con algo así para uno solo y no compartirlo con nadie más. Aparte de eso, ante la duda de si yo podría ser un buen padre o no, mi respuesta era que los padres de nuestra época, todos en general, con muchas más limitaciones, habían conseguido criar a unos hijos razonablemente bien por lo que yo tampoco debería tener excesivos problemas para hacerlo, como mínimo, igual que la media.

Este pensamiento que sitúo entre los 15-20 años, tampoco importa si lo movemos en el tiempo un poco y lo situamos entre los 20-25, 25-30 ó 30-35. Es la ventaja de la memoria selectiva :-). Quiero decir con esto que eso es fundamentalmente lo que pienso ahora. Con otros elementos de juicio si cabe. Por ejemplo, mis padres no tenían la formación que yo he tenido. Si acaso, una formación en valores que podríamos definir como "diferente" cuando no "mejor". Por ejemplo, veo complicado que yo pueda inculcar a mis hijos una cultura del ahorro como la que yo he recibido.

Por ejemplo, afortunadamente tenemos y tengo ahora más medios de casi cualquier tipo que cuando ellos me tuvieron a mí. Por ejemplo, la caprichosa genética me ha bendecido con algunas capacidades que me han convertido en un pésimo jugador de fútbol pero en un buen estudiante. Por ejemplo ... seguro que hay más pero creo que con esas basta por ahora.

Así pues, creo que hoy en día lo tendría todo para ser un padre que no desmereciera a ningún otro. Bueno, eso quizás pueda provocar la risa de alguno que otro que lea el blog mientras en la planta de abajo revolotean sus tres churumbeles o se siente en el sofá preguntándose cuánto faltará para que su señora pegue "el chupinazo" y la hija que ahora mismo tienen en común pero que la madre se la está quedando para ella sola, pase a estar más compartida. Así que dejémoslo en que hoy en día lo tendría todo para ser un padre que no desmerezca a la media.

Por supuesto, eso no implica, ni muchísimo menos, que mis hijos resultaran buenas personas, temerosas de Dios y hombres de pro como los controladores aéreos o los políticos. (Si dentro de veinte o treinta años lee esto alguno de mis hijos o si dentro de 50 lo lee alguno de mis nietos, que sepa que los políticos llevan ya años y los controladores aéreos meses, sin gozar del favor del público). Pero como dice esa famosa frase, quien nace pobre y feo tiene muchísimas probabilidades de que, al crecer, ambas cualidades aumenten en intensidad. Puesto en negativo, quien nace en un mejor ambiente no tiene peores probabilidades que quien nace en uno peor.

Así pues, siempre me han gustado los niños. Y cuando me preguntaban repetía lo que mi padre me dijo cuando yo tenía apenas 10 años. Él quería que yo tuviera una vida mejor que la suya. No lo decía pero se sobreentendía que un éxito mío serían como diez suyos. Un hijo además era (y es) un proyecto de futuro. Al nacer, no hay nada que lo limite. Puede alcanzar cualquier cosa. Solo el tiempo, las circunstancias (incluyendo las genéticas) y él mismo irán poniéndose límites. Un hijo era (y es) algo fascinante.

Y en estas llega la ducha del martes o el miércoles pasado. En medio de la ducha me pregunté:

-¿Por qué quieres tener un hijo? ¿para ofrecerle lo que tú no has tenido, corregir los "herrores" que tú has cometido, que tenga la opción de asombrarse con cualquier cosa por pequeña que sea como haces tú?.
-Si es así, ¿por qué quieres tener un hijo? ¿para completar lo que hay de incompleto en ti?¿no se trata sino de una mera elección egoísta revestida de altruismo?. ¿Por qué estás pensando en que a tu hijo le dirás claramente que tiene que ser controlador aéreo que presumiblemente seguirán ganando mucho y trabajando poco?.

Y me quedé pensando. Es más, hace unos años leí un artículo, no recuerdo si lo encontré o me lo pasaron, sobre los "ChildFree" en contraposición a los "ChildLess". Creo que fue en la boda de mi prima cuando la madre de amiga suya comentaba que "Ortega Cano" era una persona que "no había servido para tener hijos" o algo así. Era un comentario casi despectivo. Ortega Cano era, a juicio de esta mujer, un "ChildLess" que incluso años después tuvo que acudir a la adopción.

Antes las personas que no tenían hijos eran prácticamente todas "ChildLess". Ahora ya no, ahora hay gente (y yo tengo bastantes compañeros que parecen pertenecer a este grupo) que prefieren ir y venir, hacer y deshacer, todo ello sin la carga de los hijos. Son "ChildFree". De repente, la carga negativa pasa de los padres, que no pueden concebir, a los hijos que no son sino una carga. Esto requería un cambio en el léxico y los angloparlantes lo han solucionado añadiendo los sufijos "Free" y "Less", según corresponda.

Pues bien, Ortega Cano incluido, yo seguía en la ducha, pensando a falta de no saber cantar. El "ChildFree" siempre me había parecido egoísta, quedándose para él los buenos ratos, el amor y hasta el dinero que podía haber dedicado a otra persona, a una personita chiquitita, para más señas. Pero ahora me encontraba yo preguntándome si el egoísta no sería yo y si mis ganas de descendencia no serían sino una muestra de un fracaso parcial en mi vida. No solo eso, también estaba la respuesta típica, quería tener hijos por sentir la experiencia, esa misma que tantos otros han sentido, que tan maravillosa dicen que es, por descubrir cada día que conoce tiene una habilidad más o conoce una palabra más o tiene la caradura de convencerme con un beso o incluso intentar engañarme. Esa misma respuesta que, reinterpretada, venía a decir algo así como que no quería tener un bebé sino un experimento que colmara las expectativas de mi alma científica.

Se supone que un niño es la persona más egoísta del mundo y creo que no podría ser de otra forma, Darwin dixit. Es decir, para sobrevivir hay momentos en los que toca tirar de egoísmo y, si tienes unos meses o pocos años de vida, tienes que intentar que los demás suplan esas carencias. Y hay momentos en los que, tan importante como la supervivencia personal es la del grupo. Tanto que no puede concebirse una sin la otra. Pues bien, se supone que un niño es la persona más egoísta del mundo y de repente me estoy planteando si no seré yo más egoísta aún y el pobre niño poco más que un subproducto de mi egoísmo.

Me quedé un rato en la ducha, posiblemente más del habitual. Y salí de ella sin respuestas. Ni afirmativas ni negativas, simplemente sin respuestas. O quizás sí. Ahora sé que quiero tener hijos y que mi propio egoísmo me impulsa a ello.

Un saludo, Domingo.

miércoles, 8 de diciembre de 2010

Confianza, Esperanza e Ilusión

Esperanza es nombre de mujer; Confianza e Ilusión deberían serlo también. Al fin y al cabo todas permiten subsistir llegado el momento. Eso le pasó a Dexter (protagonista y asesino múltiple en una serie de TV) hace pocos episodios. La niñera que cuidaba su hijo le dijo:
"No mientas a quien confía en ti; no confíes en quien te miente."

Me pareció una frase genial. Imagino que por eso la pondrían los guionistas, claro está. Pero en un mundo donde la mentira puede ser una de las mejores armas que alguien puede tener, que alguien te diga que no mientas nunca está de más. Sí, ciertamente la niñera no le dijo que no mintiera, le dijo solo que no mintiera a quien confiaba en él. Al resto de personas imagino que sí es correcto mentirles, aunque sea de vez en cuando y aunque sea una mentira blanca. Como por ejemplo cuando no le decimos a mi abuela que han operado a mi padre, por mucho que todo saliera perfectamente y ahora esté bastante mejor. Pero ojos que no ven ...

Y, por ejemplo, cuando dijimos a Pepe que la botella "extra" había surgido debido a relaciones sin protección entre las otras dos que él traía. Bueno, quizás no es el mismo caso, pero desde luego en ninguno de los dos se dijo la verdad. Y, Pepe, para mi sorpresa, no pregunta quién ha sido. Quizás hace bien :-D.

Por otro lado, relacionado con ambas, Confianza y Esperanza, ayer estaba en una administración de lotería. Iba con mi mujer a recoger un décimo. Al llegar allí me encontré con que tenían un gran cartel en el que anunciaban la disponibilidad tanto de lotería de Madrid como de Barcelona. Pensé que era una lástima ser matemático y que ese cartel no tuviera en mí el menor efecto.

De hecho, este año, como casi siempre, no jugaré nada en la lotería. Al principio era fundamentalmente por ... eso, por principios. Pero es verdad que desde hace unos años para acá siempre me digo que debería jugar mínimamente. Aunque solo sea para hacer como Dexter, que compagina su lado asesino con una vida aparentemente normal. Bueno, quizás no es exactamente lo mismo jugar a la lotería que matar a una persona. Sí, muy probablemente no lo sea. El jurado no tendrá en cuenta esta declaración :-).

Pero ayer, sí que sentí un cierto impulso, el de rellenar una quiniela. Objetivamente no hay ninguna diferencia entre una quiniela y un décimo de lotería. Ambos son juegos de azar. La única diferencia es que en la lotería todas las bolas tienen las mismas probabilidades de ganar y en el fútbol los grandes tienen más y los pequeños menos, en casa se tienen más y fuera menos y en segunda ni idea porque no la sigo. Pero fundamentalmente no existe una gran diferencia entre ambos juegos. Bueno sí, otra diferencia es el precio, la esperanza ... otra vez la esperanza.

Pero la esperanza matemática que te viene a decir cuántos euros esperas ganar por euro apostado. En la lotería de Navidad creo que era ligeramente superior a los 20-30 céntimos por euro apostado (básicamente si compras diez números, te tocará la devuelta en 2 ó 3 de ellos). Claro, hay números que tienen un premio muy grande, pero para compensar hay muchísimos más que no tienen premio alguno. En la quiniela no sé cuánto será pero imagino que bastante más baja pues acertar significa escoger la combinación buena entre millones y millones, no entre diez.

Sin embargo, decidí echar la quiniela. Dos columnas para ser exactos. Un euro para mayor precisión. He hecho cosas peores con un euro así que no me pesa, ni me pesarían 20 de un décimo de lotería, pero ayer me "llamó" la quiniela. Quiniela que rellené como mejor supe y pude, acogiéndome a alguna que otra superstición como que aparezcan algunas X y algunos 2 o que no aparezcan seguidos. Es lo que hacen cuando reducen o condicionan. Una tontería como otra cualquiera, pero debido a que echar quince triples se salía de mi presupuesto y las ganancias difícilmente compensaría la inversión, de alguna forma tenía que decidir los signos.

Me la sellaron y me fui ... lleno de ilusión, que no debe ser sino otra forma de confianza, pero que pongo aparte porque me apetece distinguirla bien. La verdad es que mi concepto de la ilusión es mejorable. Y lo es fundamentalmente por culpa de los políticos. Eso de que te mientan abiertamente para insuflarte ilusión no es de mi agrado. Por eso no confío en ellos, claro está. Y no sé si tengo mucha esperanza de que ello cambie en breve.

Pero política aparte, iba por la ilusión. Conforme salía empecé a pensar cuánto me gustaría que me tocara en la quiniela, si unos millones, muchos miles, solo unos cuantos .... Me decanté por los muchos miles. A ver, unos cuantos está bien, ¿dónde hay que firmar?, pero lo suyo es que te "quite las trampas", que es lo que quiere y desea la mayoría, diría yo. Lo de los millones me parece ya excesivo. De hecho, me parece excesivo estar tranquilamente sentado, con un aceptablemente buen trabajo (que ya es mucho) una casa y una hipoteca que puedo ir pagando mes a mes. Eso solo por hablar del aspecto crematístico.

Me parece excesivo pero a pesar de todo me sentí bien o más que bien, mejor, ilusionado. Bromeaba con mi mujer acerca de cómo despilfarraríamos el dinero de la quiniela, celebrando la Navidad en casa con toda la familia pidiendo pizzas del Telepizza. Y nada de pizzas familiares para ahorrar; pizzas individuales, tantas como hiciera falta. La ilusión me duró unos minutos, un par de horas como mucho. Hoy ya estoy convencido de que fallaré dos o tres partidos que se jueguen esta noche. Pero bueno, eso es lo que tiene el azar, que normalmente no te pregunta. Quizás es que no tiene confianza en mí, como sabe que no juego ...

Pero no pierdo la esperanza; tampoco quiero perder la ilusión ;-).

Un saludo, Domingo.


sábado, 4 de diciembre de 2010

Pepe-Botella

Aunque en realidad son dos, no uno. Pepe es el hombre de 70 años con el que juego al fútbol todos los sábados ... que no llueve. Y la botella es la de cava que llevaba yo hoy y que se unió, de forma insospechada, a las que llevaba él.

Hace un par de semanas estrenamos equipaciones nuevas. El que las trajo no quiso cobrársela a Pepe, quiso que fuera un regalo suyo. Yo, evidentemente, lo apoyé. Pepe no paraba de quejarse porque quería pagar su equipación y entonces se me ocurrió la idea: Pepe, ¿por qué no haces como cuando lo de mi boda que te trajiste unos frutillos secos, un par de botellas y lo celebramos?.

Entonces saltó más de uno: ¿Ya, ya vamos a celebrarlo?. Y se acariciaron la barriga en un gesto que daba poco lugar a dudas. Ya lo decía aquel ... "hay más hijop... que ventanas" o aquel otro "más que teclas tiene un teclado" (unas 102 normalmente). Algo que por otro lado ya sabíamos, allí cualquiera te la lía en cuanto tienes un desliz. Aclaré que no, se interpretó como que la pregunta me había incomodado y seguimos. Y en eso quedó la cosa.

Hace dos semanas Pepe se llevó los "avíos" pero uno de nosotros se fue pronto y al final decidimos postergarlo. La semana pasada llovió y aproveché para donar sangre. Y esta semana era la "refinitiva". Llegué tarde pero aproveché para dejar salir a mi lado malo, que el pobre hace tiempo que no se da un garbeo y ya le hacía falta. Así que en vez de entrar directamente con la botella o incluso guardarla en el coche, probé a abrir el maletero de Pepe y ¡¡¡oh sorpresa!!! estaba abierto. Ante tal invitación, no pude sino coger la nevera portátil, abrirla y meter mi botella encima de las de Pepe y los correspondientes hielos.

Durante las dos horas largas de partido que acabaron con mucho cansancio, algún golpe y/o dolor se lo conté a algunos de los que estábamos allí. A las 12:30 hice un primer amago de acabar el partido pero la gente, al revés que yo, todavía estaba fuerte. Poco después tras una jugada personal de cierto mérito habida cuenta de mi cansancio, tuvieron a bien decretar el final del partido y proceder al refrigerio.

Nos dividimos en cuatro grupos, dos de ellos unipersonales. Uno que fue a su coche a buscar no sé qué, Pepe que fue a por los "avíos" y el resto que nos pusimos a recoger las porterías. Mientras las recogíamos, mirábamos de reojo a Pepe cargando con la nevera. Una botella más, aproximadamente un kilo más ... pero Pepe está fuerte y no lo notó o no lo parecía. En esto que coge y la abre. Algo llama su atención. Posiblemente la botella rodeada por porexpan o como se llame esa cosa cuya misión era protegerla de los golpes. Su cerebro amenaza con cortocircuitarse pero sale del paso con una pregunta muy pertinente ... "¿Quién ha metido esto aquí?".

Los demás nos hacemos los suecos y seguimos a lo nuestro. Él deja de preguntar y se pone a preparar las galletas saladas, los frutos secos etc. Imagino que mientras le seguiría dando vueltas al asunto, al "tema que te quema". Acabamos con las porterías; las recogimos, quiero decir y él se nos acerca y tiene lugar un diálogo parecido al siguiente:
-"¿Quién ha metido eso ahí?".
-¿El qué Pepe?.
-La botella esa.
-La habrás metido tú, ¿quién ha preparado eso?.
-Eso no puede ser, lo he preparado yo esta mañana.
-¿No habrá sido tu mujer?.
-No, eso no puede ser.
-Seguro que ha sido tu mujer Pepe, coge, llámala y le preguntas.

La cosa quedó en eso, no sé si porque no le gusta el móvil o tenía miedo al cachondeo. Igual daba, pero eso tampoco lo sabía él ... ni nosotros tampoco.

Abrimos una botellita, luego otra, finalmente aunque puso algo de resistencia, la mía. Eso de las de cava, pues todavía quedó una de sidra para el final. Aproximadamente tres litros, entre siete .. a dos tres vasitos debió caber. Alguno imagino que tocaría a más que yo, pero eso también era lo de menos, además de ser premeditado :-).

Junto con el alcohol llegaron las bromas, las fotos, los vídeos y una pregunta que atormentaba a Pepe y a la cual ninguno daba respuesta, al menos convincente. Junto con el alcohol llegaron los castos recuerdos de los años jugando al fútbol y las no tan castas insinuaciones más o menos explícitas o las peticiones de sexo mutuo ... pero sin mariconeos que diría Torrente. Bromas típicas, de esas que, sin ánimo de ofender, imagino que ofenderían a los gays que pueda haber entre nosotros. Pero si los hay, ya deben estar acostumbrados. Alguno que otro te marcan de cerca y el tema siempre es recurrente.

Junto con el alcohol llegaron las fases esas que no recuerdo pero entre las que estaba la exaltación de la amistad. Y Pepe en el centro de todo. Hoy se lo ha pasado bien, nos ha dicho que esto le da vida y posiblemente así sea. Que sean muchos años más y que nosotros lo veamos y lo juguemos. Y hasta que se entere, que lo hará, de quién era la botella y quién la puso ahí :-D.

Un saludo, Domingo.

sábado, 27 de noviembre de 2010

Llueve en Granada

No sé por qué se me ha metido en la cabeza que tiene que estar lloviendo en Granada. Imagino que sí, que como en toda España. Imagino también que esto confundiendo "Llueve en Granada" que buscándolo en Google no llega a 400.000 resultados con "Muerte en Granada", que supera los tres millones. Google también nos da otra pista y es que en Granada llueve más del doble que en Málaga. Y es que hoy está lloviendo en Málaga.

Desde la salita de la casa de mis padres, escucho cómo las gotas de lluvia repiquetean en los tejados de uralita de los patios. Si me fuera al salón o a la terraza escucharía la lluvia en la calle o en las ventanas. Eso no lo escucho en mi casa y me resulta extraño. Tampoco sé exactamente por qué no lo escucho aunque imagino que es porque el toldo lo impide.

Un saludo, Domingo.

Llegar a los 80

Mi abuela paterna llegó a los ochenta ... hace diez. El otro día hablaba con ella y me decía que no sabía si podría venir más a casa de mis padres. A la pobre se le está juntando todo y quizás entre ese todo están las Navidades, más cerca que nunca y toda la carga emocional que llevan para las personas mayores. No solo eso, la edad tampoco debe ponérselo fácil. A mí me dijo el otro día dos veces lo mismo. Antes podía hacerlo con un lapso de tiempo de diferencia, pero esta vez fue casi seguido. No hay necesidad de pensar en una posible demencia senil, pero tampoco se puede obviar que tiene 90 años. En cualquier caso, mi abuela sí que llegó a los ochenta.

Mi otra abuela también llegó a los ochenta, hace un par de ellos. Y es de estas mujeres que entierran a todos sus descendientes. El año pasado ya tuvo que enterrar a uno, mi tío, así que a ver qué tal lo lleva este año. En cualquier caso, todavía es "joven" y puede presumir de haber llegado a los ochenta muy bien. Por mucho que luego se empeñe en mostrarte las muñecas y decir que tiene los huesos salidos :-).

Mis abuelos no llegaron a los ochenta. Se ve que la pareja de cromosomas XY se escribe con ye minúscula (no sé si me acostumbraré algún día, aunque imagino que sí) . Mi abuelo paterno murió bastante joven, unos sesenta años. Mi abuela, la pobre, quedó viuda con 50 y me da que hace ya unos años que quisiera acompañarlo, no en vano ahora, tras las cosas que le ha tocado vivir y que todavía vive, se siente desdichada y entonces se sentía querida; muy querida, dice ella. Mi abuelo paterno, ese del que se supone que heredé su habilidad para hacer cuentas con la tiza en la barra del bar, murió un año antes de que yo naciera, creo que de una trombosis que acabó en embolia, lo que parece que ahora se conoce como ACV (Accidente Cerebro Vascular).

Mi abuelo materno murió cuando yo tenía dieciocho años. A él si lo conocí, claro está. Y creo que ya lo he dicho alguna vez, pero lo recuerdo como un buen hombre. Murió de un infarto pero muy posiblemente la causa principal fue el humo de los cigarros que fumó, abiertamente o a escondidas, durante toda su vida.

Mi padre no sé si llegará a los 80 pero lo dudo porque no se cuida. Nunca ha querido seriamente dejar de fumar y además siempre ha sido moderadamente obeso. Físicamente o, mejor dicho, antropomórficamente, él yo y somos muy parecidos. Espaldas anchas, piernas fuertes, bajitos ... por eso tengo que aprender de sus errores. Sobre todo de sus errores, también de los de mis abuelos pero sobre todo de los suyos. A mi favor tengo el no haber probado un pitillo en mi vida (qué raro suena lo de pitillo, creo que ya no debe usarse mucho). En mi contra que durante muchos años he sido obeso.

Él es hipertenso y ha tenido problemas de úlceras. Yo siempre he tenido la tensión bien, pero por la zona alta. Y cuando se envejece sube ... mal asunto. Hasta ahora me controlo con las grasas y estoy controlando la sal todavía más, si cabe. Pero creo que el factor diferencial pasa por la pérdida de peso. Y en ello estamos porque, a mis treinta y cuatro, estoy a punto de llegar a los ochenta. Una cantidad de kilos que no debía tener desde los 12 años o así. Con 13 recuerdo que me pesaron en el médico y pesaba más de ochenta. Así que espero que durante las próximas semanas, en algún momento de las mismas, la gráfica de mi peso empiece a bailar un zapateado sobre la línea de los ochenta. Y también espero que llegue el momento en que dicha gráfica oscile única y exclusivamente por debajo de esa línea.

No solo eso, también espero que dentro de uno o dos meses el zapateado se desplace a la línea de los setenta y cinco kilos. Entonces lo mismo escribo una entrada que trate sobre llegar a los setenta y cinco y espero que pueda decir que mi padre todavía lo está intentando. Porque mi padre se opera el lunes. Se opera "contra" una serie de circunstancias, algunas relacionadas con su estilo de vida (espero que la mayoría). Esperemos que la operación salga como se supone que debe salir, que es sin causar ningún daño adicional y aliviando los efectos negativos de esa serie de circunstancias. Esperemos, porque por mucho que no me haga caso, por mucho que no me gusten algunas de las cosas que hace o dice, la opción de que mis hijos tampoco puedan conocer a su abuelo paterno me gusta todavía menos.

Un saludo, Domingo.