SECCIONES (ETIQUETAS)

sábado, 26 de junio de 2010

Frasier y yo

Un compañero de trabajo, aficionado a las teleseries, dice que para cada situación cotidiana en que uno pueda pensar, hay un capítulo de Friends. Sí, ya sé que el título de la entrada es Frasier, que al igual que Friends tiene 7 letras, de las cuales comparten 5, pero no, no me he equivocado. Simplemente es otra serie.

Y sí, muy probablemente tiene razón y no solo pase con Friends sino que también pasa con Frasier. No en vano estamos hablando de series con diez-once temporadas a veintitantos capítulos por temporada. Es decir, 200-250 capítulos en los que, quiérase o no, no hay más remedio que poner a los diferentes personajes en multitud de circunstancias basadas en la experiencia de los guionistas.

Y todo esto, evidentemente, porque ahora estoy viendo la serie. Está muy bien, si no no habría estado en antena 11 temporadas, y si acaso lo único que no me termina de gustar es que casi todos los capítulos responden al mismo esquema: Frasier y su hermano Niles parece que van a triunfar en algo, normalmente en su vida afectiva, y justo cuando ya acarician ese algo, normalmente una mujer, llega uno de los dos, o los dos y lo estropean todo.

¿Y por qué saco a colación la serie y la cita de mi amigo?, pues simplemente porque en la última semana me han ocurrido un par de cosas que, en cierta forma, he podido ver reflejadas en la serie o incluso han sido parcialmente causa de ellas. La primera es que, en un capítulo, Frasier va intentando ayudar a todo el mundo, sin conseguirlo, naturalmente. De hecho cada gesto que hace para con la sociedad, esta se lo devuelve cargado de cierto contenido bilioso. Así estaban las cosas hasta que una noche, yendo en su BMW, se encuentra con una chica joven en una oscura calle, arrecida de frío y empapada por la lluvia.

Duda mucho pero decide ser fiel a sus principios, recogerla y llevarla al sitio que fuera. Nada más entrar en el coche se da cuenta de que la chica es una prostituta que le ofrece sus servicios. No le da tiempo de rechazarlos cuando una patrulla de policía para a su lado. Intentando explicarse descubre que los niveles de testosterona del "chico de vida alegre" era muy elevados. Así que acaba en la comisaría donde trabajaba su padre, ex-policía, que tiene que ir a sacarlo.

En ese momento desaparece todo y se vuelve a ver Frasier en la escena del callejón oscuro y la lluvia. Estaba sopesando por un lado la posibilidad de que ocurriera lo anteriormente descrito y por otro qué le diría a su hijo si este le preguntara por qué no había ayudado a esa chica. Así que decide asumir el riesgo. Deja entrar a la chica, le pregunta donde va y ella responde algo así como ... "Al mismo sitio que tú (tenso silencio) ... te conozco, vivimos en el mismo edificio (Frasier vive en un apartamento de lujo)". Y ahí acaba el capítulo.

Pues bien, el otro día en el trabajo me enviaron una encuesta. Yo siempre las he contestado porque pensaba que era lo mejor que podía hacer. Sobre todo porque estamos hablando de encuestas anónimas teóricamente destinadas a conocer los problemas de los empleados y tratarlos, en la medida de lo posible. Este año decidí que no iba a rellenar la principal encuesta que nos piden todos los años. Pensé que mi pensamiento actual estaba mejor representado así que haciéndola y poniendo valoraciones negativas allí donde correspondiera. Y a esto que me llega otra encuesta, encuesta sobre cómo se percibe la ética en la empresa, entre otras cosas.

Igual que las demás, me pedían que contestara y fuera sincero. Y al igual que con la otra, no iba a contestarla. Sin embargo me acordé del capítulo de Frasier y pensé que si había algo que me resultara incómodo era mejor expresarlo en esa encuesta anónima (yo realmente tengo la plena certeza de que son anónimas, otra cosa diferente es que sea hasta relativamente fácil saber, más o menos, qué persona ha respondido o, al menos, a qué grupo pertenece. Así que la rellené y fue sincero... aunque no necesariamente explícito.

Esto debió ser el martes o el miércoles. El jueves pude comprobar en persona que hay gente que habla cuando debe, incluso en situaciones en las que yo no sé al cien por ciento si lo haría. No es nada grave, pero creo que sí sintomático. El jueves por la mañana aparqué en el mismo descampado de siempre, aunque no en el mismo sitio. Me dirigía a donde suelo aparcar cuando vi precisamente al de Friends y decidí aparcar a su lado. Aparcamos y nos dirigimos hacia nuestro lugar de trabajo. Luego, por la tarde, salí un pelín más tarde de lo habitual, lo suficiente como para la llegada puntual al partido de fútbol de los jueves peligrara.

Total que voy llegando al coche y, al ir a entrar, veo un folio pegado con Fixo en la puerta. En el folio me dicen que me han dado un golpe al intentar aparcar y que el coche del culpable posiblemente estuviera todavía a mi lado (yo ya había aparcado, el golpe fue posterior por lo que imagino que la persona que lo vio pensó que quizás yo saliera de trabajar antes que el otro coche). Pero no, a mi lado no había coche. Y supongo que gracias a la picardía de dejar el mensaje en la puerta en vez de en el parabrisas, la persona que conducía ese coche ni se imaginaba que yo sabía quién era.

A pesar de todo, yo lo veía bastante complicado porque no tenía ninguna prueba salvo ese anónimo guiado, supuestamente y solo supuestamente, por la buena intención. La única prueba era el parachoques ligeramente descolgado que había recibido el impacto. Sin embargo, el viernes lo vi con otro color. Entré y salí de trabajar como de costumbre y, cuando llegaba al coche, vi a lo lejos uno que se correspondía a la descripción que me habían facilitado.

Me acerqué y pude ver l parachoques trasero descolgado, justo en el lugar que se correspondía con la maniobra de aparcamiento que el mío frustró. Incomprensiblemente el coche estaba aparcado en el mismo sitio donde tuvo lugar el incidente del día anterior. Así que saqué unas fotos con el teléfono móvil y pedí, de nuevo al de Friends, que estaba saliendo del trabajo, que me acercara papel y bolígrafo pues yo no tenía en el coche.

Le escribí una nota apresurada diciéndole que el día anterior me había dado un golpe y que, por favor, me diera los datos del seguro. Finalicé dejándole como medio de contacto mi número de Fonyou. Por la tarde miré varias veces el móvil para ver si me llamaba. Quería además saber más o menos cuándo salía de trabajar. No recibí ninguna llamada. Es una pena porque yo confiaba en que fuera alguien despistado que mirara luego el coche, no advirtiera que el parachoques estaba descolgado y se fuera sin darle importancia. Una persona así hubiera llamado al instante ... bueno, no sé si al instante pero al menos hubiera llamado.

Yo me encuentro bastante tranquilo. He remitido al seguro todos los datos y pruebas y creo, no sé si será ingenuidad, que el otro seguro podrá alegar poco. ¿Será esto un "premio" por ser honesto en la encuesta? ¿Por ver Frasier?. Más bien debe ser casualidad pero nuestro cerebro está entrenado para ver este tipo de casualidades y convertirlas en causalidades.

Bueno, esta era la parte importante porque al fin y al cabo es la que incumbe a las personas y cómo nos comportamos. Vuelvo a decir que no sé qué hubiera hecho yo en una situación así. Quisiera pensar que hubiera dejado también un anónimo o incluso un documento hológrafo. Pero claro, lo cierto es que no ha pasado y la verdad es que hasta que no llegue el momento no sé si sería capaz de hacerlo o no.

Y ahora queda una que es más anecdótica. Además en esta Frasier llega después del hecho. El hecho, la tontería más bien, es que el otro día se me ocurrió que una empresa, funeraria, probablemente, podría dar más servicios por internet. La web sería algo así como www.miobituario.com . Bueno no, porque acabo de ver que existe y que el contenido no es precisamente el que yo quería. Es más, acabo de ver que el que yo quería era parecido pero no exactamente ese: http://www.mipropioobituario.com

Pero, para que nos hagamos una idea, esa sería la web y haría lo siguiente:
  • Te permitiría escribir tu obituario.
  • Te permitiría elegir los medios de publicación.
  • En los medios digitales, te permitiría hasta elegir los comentarios que la "gente" debía hacer (donde se pueda, claro).
Bueno, ciertamente esto no tiene que ver mucho con la honestidad de la que hablaba en el caso anterior. Pero claro, esto son negocios y servicios. Servicios que, además, me extrañaría que no estén proporcionando las funerarias. Si lo hacen tras él óbito/exitus letalis ¿por qué no hacerlo antes?. Y si no, si alguien retoma la idea, por favor que se acuerde de mí :-). Se lo tengo que comentar a mi hermano por si acaso :-P.

Me doy cuenta de que asociamos de forma demasiado natural el hecho de que algo sea un negocio con el hecho de que se pueda mentir/manipular. Lo bueno del caso que propongo yo es que no se hace daño a nadie. Se hace feliz a alguien mientras está vivo y, cuando ya no lo está, si hay alguien que se lo toma a mal, al menos tiene su oportunidad para que se rectifique.

¿Bueno y la relación con Frasier?. Pues precisamente unos días después en un capítulo, Frasier se va de un hospital, alguien asume su identidad, muere y dan la noticia de su muerte en todas las televisiones (era locutor de radio). Tras esa experiencia, nada traumática por cierto, decide que mejor empieza a preparar el momento auténtico. Escribe lo que le gustaría que fuera su obituario y se prepara para ir haciendo las cosas que luego le gustaría que se dijeran de él. La gran mayoría de las cosas son irrealizables, por supuesto, pero hay alguna que otra como aprender alemán o ruso y hacer sus propias traducciones de la obra de Freud (es psiquiatra).

El caso es que cuando lo vi pensé: ¡¡¡Frasier lo que necesita es www.mipropioobituario.com!!!

Un saludo, Domingo.

sábado, 19 de junio de 2010

Más sobre el tiempo

El domingo pasado se cumplieron 15 años de la muerte de mi abuelo:

Y dos de la muerte de un compañero del fútbol de los jueves:

El martes se cumplió un año desde que empezara la aventura en Bratislava:

Hace un par de semanas hablaba de tiempos y edades. Esta mañana escuchaba a Roxette que contaba cómo estaba "gastando su tiempo". Así que he vuelto a recordar que nosotros pasamos el tiempo mientras que los angloparlantes lo "gastan". Y que nosotros prestamos atención mientras que ellos la "pagan". Quizás eso tenga que ver con la ética protestante del trabajo. Quizás tenga que ver con nunca tirar cinco minutos de tu tiempo al igual que no tiras una moneda de cinco céntimos. El caso es que, por un lado, me siento tentado de seguir las lecciones inglesas pero por otro lado mi lado andaluz me dice que tiene que haber tiempo para todo ... incluso para desperdiciarlo.

Un saludo, Domingo.

sábado, 12 de junio de 2010

El otro viaje

Ayer fuimos a ver las fotos del álbum de boda y la verdad es que el Paint Shop Pro o el Photoshop o como se llame el software que utilicen está muy bien. Una vez que tengamos el álbum y colguemos algún cuadro ... ya faltará menos para tener la casa terminada. Tampoco es que falte mucho, pero sí algunos de esos retoques que faltan en cualquier sitio, sobre todo si solo llevas viviendo un mes allí.

Y es que realmente hace poco más de un mes que volvimos de Roma y escaso mes y medio desde que empezó "el otro viaje". Muchas de las personas que me encuentro me preguntan lo lógico, que qué tal todo, si todavía nos aguantamos y esas cosas. Le llevaba yo algo para comer el otro día a mi mujer y mi cuñado el otro día me decía que eso pasaba pronto. Y es lo más probable, todas las cosas que pasan a toda la gente son susceptibles de pasarte a ti y más temprano que tarde.

En cualquier caso, el "otro viaje" empezó muy bien y, por suerte (malo sería si no fuera así), todavía sigue así. Me lo había prometido y posiblemente este es el momento de empezar a pagar la promesa. El día de la boda empezó conmigo levantándome a casi la misma hora de siempre, poniéndome el traje, cogiendo el centro de flores, que no manchaban porque la florista había cortado lo que podía manchar. Nos metimos en el coche del novio, que era el de mi tío y pusimos rumbo al lugar donde iba a celebrarse la ceremonia. En el camino mis tíos y mi madre hablaron, como no podía ser de otra forma, de mi otro tío, el que murió el año pasado. La verdad es que en ese momento las lágrimas intentaron jugarme una mala pasada, pero al final se lo pensaron mejor y se contuvieron.

Llegué a la hora prevista y allí estaban esperando los fotógrafos. Les dije que esperaran que tenía que llevar el paño para la mesa/altar y el centro de flores. Los dejé, saludé a los amigos que estaban ya por allí, escuché a alguien que posiblemente era una tía de mi mujer decir algo así como :"hoy está Juanjo, eso van a ser 10 minutos". Me alegré pues hasta entonces cabía la posibilidad de que fuera el alcalde y su hora de ceremonia. Volví sobre mis pasos para, junto a mi madre, hacer el paseíllo de entrada. Cientos de fotos a diestra y siniestra, intentando en cada momento mirar a la cámara que iba a disparar (aunque da igual porque luego aprovechan las fotos donde miras a otra parte para hacer montajes).

Una vez acabado, yo creo que no tuve que esperar mucho, prácticamente nada (nos habían dicho que fuéramos puntuales) para verla aparecer. La verdad es que no reconocía el vestido pero tampoco esperaba hacerlo pues yo tengo muy mala memoria para eso y había visto un dibujo o una foto hacía un montón de meses. Luego mi mujer, o la que en unos minutos lo sería, apareció. Estaba realmente guapa y parecía llevar algo así como extensiones, aunque no lo eran, era su pelo natural.

Llegó dando su paseo y una vez allí, visto que no había otra cosa más que hacer, nos casamos. Y nos casamos en lo que realmente puede llamarse "una boda relámpago" porque el ceremoniante debía tener prisa (o quizás era así, tal como había escuchado antes) y fue todo un visto y no visto. Un par de intercambio de palabras, la lectura de otro par de artículos del código civil, los anillos que aparecieron sin problema, intercambio de los mismos y ... "podéis besaros".

Así que ya está; tanto tiempo de preparativos (tampoco tanto), tantas prisas, tantas obras en la casa y en 10 minutos escasos ... pero no voy a ser yo quien se queje, si hubiera tenido que decidir cómo quería la ceremonia, la hubiera elegido así :-). Yo creo que hasta nos ahorramos la cuña publicitaria habitual en estas lides.

Una vez casados, besos y abrazos por todos los lados, la gente apretando la mano y el anillo clavándoseme en el meñique. Fotos a diestro y siniestro, fotos profesionales para el álbum que incluyeron desandar lo andado por aquel jardín parándonos cada cierto tiempo y posando en tal o cual postura. Y, por último, el arroz. Yo, como buen galán, salí primero dispuesto a recibir la metralla. Y a fe que lo conseguí. Durante todo el día la chaqueta quedaría absolutamente blanquecina a causa de los impactos del cereal que constituye la dieta fundamental de millones y millones de chinos.

A pesar de todo, mi sacrificio fue en vano. El arroz también alcanzó a mi esposa, quedando incrustado en los sitios más insospechados. Empezando por el peinado (yo había sido más cuidadoso y elegí para la ocasión un modelo más aerodinámico) y acabando por cualquier pliegue o repliegue del vestido, ya fuera por dentro o por fuera.

De ahí, a las fotos artísticas. El lugar elegido, un campo de golf. Allí estaba yo con los palos que habían traído. Pelotas no trajeron pero porque se ve que las prefieren digitales. Allí pedimos permiso y nos dejaron pasar amablemente para hacer fotos en el green, junto al bunker, en frente de la laguna, entre las ramas de unos sauces ... y montados en el carrito, claro está. El hijo del fotógrafo, fotógrafo a la sazón, paró a un amable guiri y le intentó pedir el carro un momento. Visto que ni el fotógrafo hablaba el idioma de Shakespeare ni el simpático guiri el de Cervantes, me ofrecí como intérprete. Le expliqué la situación y, muy amablemente, accedió a dejarnos el carrito unos minutos. Como agradecimiento el fotógrafo nos hizo una foto juntos y le dijo que se pasara por la tienda que se la regalaba. Se lo intenté explicar pero creo que le hacía más ilusión jugar al golf que coger una foto con un par de recién casados a los que no conocía de nada.

Una vez gastados todos los carretes de la cámara digital, pusimos proa al lugar donde se iba a celebrar el banquete. Nosotros cogimos un atajo que nos debía llevar allí antes que los fotógrafos pero ... cuando llegamos nosotros ellos ya estaban allí. Se ve que el BMW antiguo que tienen todavía tira bastante bien.

Llegamos y allí estaba la gente, a punto de entrar en el salón, pasando calor. Bueno, he de decir que, afortunadamente, el día fue magnífico, soleado y con el calor muy soportable. Llegamos, probamos algunos de los canapés, me pedí una copa de agua (dando el cante, para variar), saludamos a los que pudimos y, de repente, nos vemos solos fuera, esperando hasta que nos dijeran que podíamos entrar. No recuerdo pero supongo que fue "Carmelo" el que nos hizo la seña y anunció nuestra entrada. Nos sentamos en la mesa presidencial y casi sin solución de continuidad a comer.

El lenguado estaba buenísimo, el sorbete muy bueno (aunque creo que me había gustado más el de la prueba) y ... llegó la carne. La carne estaba buena aunque definitivamente sí que creo que estaba más dura que la que habíamos comido un par de semanas antes. Pero no era ese el problema, el problema más bien fue que le pregunto a mi mujer ... "¿Esto era solomillo de ternera o de cerdo?". A lo que ella contestó lo que yo temía, que era de cerdo/jalufo.

Cuando pedimos los menús especiales habíamos tenido la precaución de contar los vegetarianos ... pero no los musulmanes, judíos o personas con intolerancia al bicho que sí habían podido asistir. En ese momento me acordé de Amjad y de cómo él, el colmo de la prudencia, probablemente no dijera nada. Así que llamé a Carmelo y le dije que por favor le pusieran otra cosa. Le llevaron una piña con su salsa rosa y quizás sus gambas. Entonces me miró y yo le pedí perdón por el fallo. Bueno, dentro de lo que cabe, tampoco fue tan grave.

Terminó la comida y llegó el momento de la tarta y los regalos o los regalos y la tarta. Elegimos que fuera regalos y tarta. Di un primer viaje al coche por los regalos y luego varios de ida y vuelta hasta que todo el mundo tuvo su regalo. Ahí lamenté no poder tener tiempo para hablar. Es lo único que lamenté ese día. Y mira que no eran muchos, pero es imposible hablar mínimamente con todos. Con algunos yo creo que ni hablé. Pero bueno, el tener a todo el mundo allí creo que compensa con creces ese pequeño sinsabor.

Tras los regalos, la tarta y el show. No hubo baile ya que es un arte que ninguno de los dos dominábamos (yo menos, todo hay que decirlo) y eso implicaba hacer un poco el ridículo. En mi caso esto último tampoco era un problema así que la ausencia de baile hay que achacársela simplemente a mi escasa habilidad para el baile que hubiera causado que aquello no fuera ni un baile ni nada. Así que pasamos directamente a cortar la tarta. Lo escenificamos y, cuando Carmelo se iba a marchar, le pedí el micrófono. Mis compañeros de trabajo hicieron la ola. Son los únicos que conocen esa faceta algo más a fondo.

Empecé mi alocución dando las gracias a todos por venir y pidiendo disculpas porque había preparado una tontería, una simpática y acrónima rima, para decirla y no sabía dónde la había metido. La alocución no hubiera llamado la atención de Fidel Castro a quien ese tiempo no hubiera dado casi ni para decir hola. Así que nada, tras agradecer a la gente, nos fuimos para mi sitio y entonces caí en la cuenta. El papelito donde lo había apuntado estaba en la chaqueta y la chaqueta estaba en la silla desde que me la quité porque hacía calor. Así que antes de sentarme, revisé el bolsillo y ... allí estaba. Sin atisbo alguno de vergüenza, volví a pedir el micro y me dirigí de nuevo a los asistentes. Les expliqué que ya la había encontrado (obviamente se rieron) y pasé a leer lo siguiente:

Venidos por mil y un caminos
Invitados no, familia, amigos
Vistiendo las mejores ropas,
Alcemos a una las copas.

No puedo disimular la alegría,
La miro a la cara y de frente,
Olvidemos las penas este día,
Sublimes serán los siguientes.

Nadie escape al mágico instante,
Os deseamos, agradecidos,
Vivir aprendiendo del antes,
Intentando mejorar lo vivido,
Otrora dos novios amantes,
Somos ya, mujer y marido.

Y sinceramente no recuerdo qué hicieron o dijeron. Solo que cuando dije lo de alzar las copas alcé el micrófono (otra vez risas generales) y que al final lo sellamos con un beso. Tras eso, a comer tarta se ha dicho. Y tras la tarta, la barra libre y los dos o tres licores de manzana sin alcohol que me metí entre pecho y espalda. Ahí pude hablar con algunos amigos, pero indudablemente no todos :-(.

Sobre las 7 y algo, debió empezar a dispersarse la manifestación. Intercambios de cosas entre los maleteros, despedidas varias y, con el deber ya cumplido, de vuelta a la casa. Llegando allí recibí la llamada de Manolo, que se encontraba en una situación similar. No iba a ser yo el único que se casara ese día ¿no? :-).

Bueno, creo que este ha sido el relato más o menos aséptico del día de mi boda. Faltan muchas cosas. Faltan incluso las fotos que tengo que subir a algún lado según me las vayan enviando, que la gente parece reacia a ello :-O. Falta, lo más importante, comentar el lado sentimental. Eso será en una próxima entrada.

Un saludo, Domingo.

De tiempo, tiempos y edades

Hoy toca divagar un poco ...

Supongo que la percepción del tiempo siempre es relativa al tiempo que se ha vivido. De esta forma, un niño de cuatro años percibe otro año más como la cuarta parte de su vida, toda una eternidad. Ahora, un año es aproximadamente un tres por ciento de la mía, algo comparativamente pequeño, algo pequeñito.

El caso es que las semanas vuelan. Los fines de semana también pero a diferencia de los primeros, los fines de semana se dedican íntegramente a cosas que te gustan :-). Pero claro, la semana sigue estando dedicada casi de forma exclusiva a trabajar (y gracias), jugar un par de partidos con el fin de rebajar ese par de kilillos que alivien la presión de las rodillas y la vuelta de la tendinitis y a las cosas de la casa que da tiempo a hacer, claro está.

En ese sentido, mi vida de casado no ha supuesto ningún cambio radical. Bueno, quizás que ya no es necesario abrir el messenger por la noche :-). Pero sí pareciera que la semana pasa incluso más rápido. Recuerdo que el año pasado ya lo sentía de forma especial con los viajes a Bratislava. Ibas el lunes con la seguridad de que en un plis plas estarías volviendo el viernes, a pesar de las horas y horas de vuelos y aeropuertos.

Como digo, esa percepción del tiempo no es algo nuevo, pero lo que sí es es la percepción de los niños. En particular recuerdo cuando mi tía dice en público que me conoció con 3-4 años. El otro día se celebraba el cumpleaños de un sobrino, dos años ya. Supongo que será normal, pero no me acuerdo de cómo era de bebé. De igual forma, otra sobrina tiene ya unos 7 años y cuando la conocí debía tener aproximadamente la misma edad que tiene ahora mi ahijada. Su hermano es 5 años mayor y, a pesar de haberlo visto también crecer, su imagen de bebé es básicamente la de las fotografías que conservo por ahí.

Entiendo que depende del número de veces que veas a un niño. O quizás también del cromosoma Y, no sé. El caso es que las mujeres sí que dicen ... pues tal niño es igualito que su hermano o hermana con su edad.

Y casi por último, muestras palpables de que el tiempo vuela. Poco después de entrar en la empresa, un compañero tuvo una sobrina, la primera. Hace poco tuvo él un hijo y, al ir a verlo, me encontré con aquella niña que ya tiene diez años y es casi más grande que yo. Hoy, ha venido también Giovanni a jugar al fútbol. Una vez hace años lo intentó. Yo le había prometido, jurado y perjurado que nosotros íbamos hiciera frío, calor, lloviera o incluso nevara. Aquel día llovió y no apareció nadie ... excepto él. Él iba además con su hijo, de meses, y su señora. Supongo que ese fue el momento en que la señora le sugirió que no volviera a jugar conmigo :-). Pues bien, hoy ha hecho un nuevo intento y esta vez con mejor fortuna. Hoy, al igual que hace años, venía acompañado de su hijo. Y la verdad es que es solo cuestión de darle unos añitos al niño, tampoco muchos, y podrá estar allí jugando con nosotros porque, para ser un niño, yo le he visto bastante coordinación, esa que a mí me suele faltar.

Un saludo, Domingo.

viernes, 4 de junio de 2010

Internacional

Tras la mejoría en las rodillas del año pasado, entre otras cosas sin lugar a dudas por el parón de Bratislava, otra vez estoy empezando a notar molestias. Así que nada, a ver si pierdo dos o tres kilos, caliento en condiciones, me pongo la rodillera o me vendo las rodillas de forma habitual y hasta que el cuerpo aguante :-). Ahora de hecho viene una época interesante: empezamos de nuevo con los partidos de los martes. Los partidos de los martes tienen la interesante característica de ser en parquet, a diferencia del césped artificial de los jueves o el asfalto de los sábados. Curiosamente suelo acabar comparativamente peor de las rodillas con una hora de parquet o de césped artificial que con dos de asfalto.

A pesar de todo, mis limitaciones física no han sido óbice, cortapisa o pihuela para que Del Bosque me llame, cierto es que a última hora, pero me llame. Todo ocurrió de forma un tanto sorprendente. Sin ánimo de ser exhaustivos, los hechos se desencadenaron de la siguiente forma:

Sábado 15 de Mayo: Buen partido en el que hice la que probablemente ha sido mi mejor jugada individual. Iba a pasar el balón pero mis compañeros estaban cubiertos. El miedo a perder el balón en el medio del campo me hizo salir en carrera, movimiento que dejó perplejos a mis rivales. En tres zancadas (sería alguna más) me encontré encarando al portero y definiendo hábilmente. Al final del partido me dieron un regalo de bodas. Insinuaron que me habían dejado marcar. Yo no lo creo así :-).

Jueves 20 de Mayo: Empatamos a dos. Ellos dominaban pero nosotros tenemos un pedazo de defensa y un porterazo. Teníamos la pólvora mojada pero no importó. Me dediqué a molestar a sus defensas cuando sacaban el balón y dos imprecisiones suyas en el pase se convirtieron en nuestros goles del empate.

Sábado 22 de Mayo: No recuerdo nada especial de este partido. Posiblemente estuve al nivel acostumbrado últimamente. Bueno, sí que recuerdo algo. Volvió Miguel Ángel después de mucho tiempo. Dice que vendrá un sábado sí y otro no. A ver si viene este.

Jueves 27 de Mayo: Perdimos 2-3. Esta vez no me dejaron presionar arriba y se notó. Ya se sabe que soy muy bueno ... de bondad, que cuando golpeo el balón le doy libertad para que vaya donde quiera, pero correr detrás de los defensas buscando el fallo sí que sé hacerlo ... y no me dejaron demostrarlo. De todas formas parece que aprendieron la lección.

Sábado 29 de Mayo: Jugamos un buen partidito. La buena noticia del día fue que, a pesar de las numerosas bajas, todavía fuimos 7 personas (algo que antes solo ocurría en los buenos tiempos). Creo que me revolví bien alguna vez, alguna otra me fui en velocidad y no hice mal partido. Noté que Del Bosque estaba en la grada.

Jueves 3 de Junio: “La consagración”. A los pocos minutos de partido un compañero hace una muy buena jugada, da el pase de la muerte y ... ¿quién estaba allí para contrariamente a lo esperado no fallar?. Nos remontan con un par de goles y yo re-monto en cólera. Saque desde mi defensa, me cuelo entre la defensa rival esperando el bote. El balón hace un extraño, bota poco y con un movimiento acrobático hago un remate de “chepa” y dejo al portero boquiabierto. Debía haber aprendido la lección pero no lo hizo. Un par de minutos después se repite la jugada, el balón parece que se me va a escapar pero el bote bajo hace que me lo lleve, forcejeemos los dos y dispare yo, primero al palo y luego empuje el rechace al fondo de la red. Ya había firmado mi primer hattrick de los jueves. Para celebrarlo le devolví el favor al que me había dado el primer pase, con una asistencia de gol.

Tras eso, mi equipo, incomprensiblemente, dejó de pasarme balones, así que me los tuve que procurar yo. Un par de veces, sendos cortes míos en defensa causaron que el balón llegara a un compañero mío que, saliendo en carrera, consiguiera batir de nuevo al portero. Todo pintaba fenomenalmente pero todavía había de llegar la guinda. Nueva jugada del mismo que me dio el primer gol (él las hace porque puede), nuevo desmarque perfecto mío y el cuarto de la tarde. Todo el mundo me alababa. No era para menos, hasta entonces mi récord goleador de los jueves era de dos goles en el mismo partido, uno de ellos en propia puerta. En la ducha, las bromas habituales, que si nuestros rivales nos habían hecho internacionales y tal. Lo que no sabían era que no era broma; al volver, tenía tres llamadas perdidas de Vicente ... Del Bosque.

Le he dicho que sí; me debo a mi país.

Un saludo, Domingo.