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miércoles, 31 de marzo de 2010

Ya queda menos

Pues eso, ya queda menos ... para las 100 donaciones. Hoy, aprovechando que ya están puestas las barras de las cortinas y que este jueves no hay partido, he ido a donar. Esta vez tocaba sangre, después de un par de donaciones de plasma. La verdad es que, hasta ahora, el hecho de que hayan cerrado por la tarde no ha influido demasiado en mis costumbres de donante. Eso sí, ha influido bastante el hecho de que este año haya sido el más lluvioso que se recuerda en mucho tiempo. Como consecuencia, hubo dos sábados que no fui a jugar al fútbol y pude aprovechar para ir a donar un par de sábados.

Pues bien, hoy llegué y, obviando y salvando el problema que siempre supone escribir la fecha de la donación en un carnet "plasticoso", doné sangre. La hemoglobina estaba un pelín más alta que la última vez, como resulta lógico tras haber donado plasma. Así que la donación de sangre estaba más que indicada. Eso sí, al revés que la mayoría de veces, hoy el pinchazo me dolió. Pero bueno, por lo demás una donación como tantas otras.

A este ritmo, en un par de años llegaré a las 100 donaciones y con ellas supongo que me darán un gallifante :-). Ese día lo mismo me estiro y en vez de buscar dónde aparcar, me voy directo al aparcamiento y luego pido que me sellen el vale para no tener que pagar :-). A diferencia de otros, esa cifra no es un objetivo. Simplemente intentaré donar cuantas veces pueda, convencido como estoy de que es lo que tengo que hacer. No intento tampoco alcanzar a nadie pues me consta que ya hay gente que lleva más de cien y la pena no es no tener las donaciones que tienen ellos sino que no sean muchos más los que tienen más donaciones que yo. Objetivos, cabezonadas, son por ejemplo leerte el Señor de los Anillos en Inglés o Los Miserables en francés. Por cierto, esta última todavía se encuentra lejos. Es más, tendría que ver si lo tengo o no porque durante mis idas y venidas por el aeropuerto de París, compré varios libros pero no recuerdo si llegué a encontrar este.

Y nada, esperemos que la salud acompañe durante muchos años para que ya quede menos, para las doscientas o las que toquen.

Un saludo, Domingo.
P.D.: mensaje para aquellos que lean esto, puedan donar sangre y no lo hagan regularmente: animaos ;-).

domingo, 28 de marzo de 2010

La crisis de los 40

O mejor que la crisis de los 40, la crisis de la mediana edad:
http://es.wikipedia.org/wiki/Crisis_de_la_mediana_edad
http://en.wikipedia.org/wiki/Midlife_crisis
Prefiero la versión inglesa porque viene un parrafito que expresa mejor el origen del "problema". En concreto dice:

"Sometimes, a crisis can be triggered by transitions experienced in these years, such as extramarital affairs, andropause or menopause, the death of parents or other causes of grief, unemployment or underemployment, realizing that a job or career is hated but not knowing how else to earn an equivalent living, or children leaving home."

En mi caso se trataría de una combinación de elementos. Por un lado, no asuntos extramaritales sino todo lo contrario, maritales, con la boda y la nueva vida que tras ella comienza. Y para esa nueva vida, la verdad es que no deseo mi trabajo actual, y aquí topamos con la segunda pata de la mesa.

¿Qué tipo de trabajo desearía?. Pues la verdad es que desearía tener un trabajo donde lo que hago revierta positivamente sobre la gente. Actualmente tengo la sensación de que lo que hago solo revierte positivamente en los miles de socios de la empresa, por no hablar de que gran parte de mi esfuerzo se acaba ahogando en la tinta que impregna el papeleo. La "cinta roja" o "red tape" que dirían los ingleses.

Por otro lado, cuando veo que otros países con costes laborales mucho más altos se hinchan a exportar y nosotros seguimos enclaustrados en el turismo de sol y playa, cuando veo eso, también me entran ganas de intentar hacer algo distinto. Aunque he de reconocer que esas ganas se me pasan pronto. Mi padre ha sido autónomo durante demasiados años como para que yo me lo plantee en serio. Muy muy claro tendría que verlo para pasar a engrosar la lista de los autónomos, pequeña y mediana empresa.

La verdad es que creo que este tema (supuestas crisis de edad) ha salido ya en el blog alguna que otra vez. Y es más que lógico; no hay nada más que ver que crisis entendidas como acontecimientos que modifican más o menos tu vida se producen o se pueden producir varios en pocos años y que, en eso que la wikipedia llama la mediana edad (no confundir con la Edad Media) hay tiempo más que suficiente como para que algo caiga en el saco.

Y si ya metemos los cambios físicos propios de la edad pues entonces ya no paramos. Giovanni me decía que a partir de los 30 empezó a sentir más frío, yo, por ejemplo, siento cómo las comidas pesadas ya es mejor dejarlas para otras personas o, que no puedo salir de marcha hasta las tantas porque ese mundo ya no me atrae ... :-D. bueno, a decir verdad ese mundo debió dejar de atraerme con unos meses de vida, tras conseguir echar la noche dormido del tirón :-O.

Pero, en cualquier caso, pasa como con las económicas, una vez que se sabe que las cosas son así y no hay vuelta atrás (afortunadamente), lo que resta es sacar lo mejor, aprovechar las oportunidades que la vida nos presenta y darse un poquito, aunque no con exceso, al hedonismo. Estoy convencido de que voy a disfrutar los cambios relacionados con el libro de familia y no estoy convencido pero sí que creo que la situación laboral se arreglará antes o después. Eso sí, si puede ser antes, mejor que mejor :-).

Un saludo, Domingo.

jueves, 18 de marzo de 2010

Me hago mayor y el tiempo pasa

Definitivamente me hago mayor. Esta tarde he ido a jugar al fútbol y me he encontrado con Pepe, ese brazo de mar que cada sábado me hace desear tener su forma física no con 70 años sino ahora. Llevo 10 años diciéndolo. Bueno, algo más de 10 años. El caso es que hará entre diez y once estábamos los dos haciendo unas porterías de metal con barras semioxidadas obtenidas de las vallas caídas allí donde jugábamos. Y entre cortar, soldar y pintar, un par de veces vino su mujer con su nieto, entonces el único, ahora el mayor. Debía tener entre dos y tres años.

Hoy Pepe estaba allí, en las gradas de la ciudad deportiva esperando para vernos correr un rato y esperando a que llegara el sábado para volvernos a deleitar. Y estaba allí con su nieto, todo un hombretón ya que, en cuestión de otro par de años, será no un hombretón sino un hombre. La lástima es que no le gusta tanto el fútbol como a su padre y a su abuelo y por ahora no se decide a venirse. Su hermano pequeño parece que sí que es más futbolero y quizás sea el que dé el relevo a su abuelo.

En cualquier caso, el tiempo pasa y con el tiempo hasta creo que he perdido alguna de las rimas que hice en su momento. Una de ellas acababa con algo así como:
El tiempo pasa como siempre
Como siempre el tiempo pasa,
El tiempo pasa como siempre,
Como siempre, de pasada.

Ya en Bratislava notaba yo que, entre vuelos y vuelos, la semana volaba. Eso posiblemente contribuyó también a que la asignación de cinco meses fuera más llevadera. El caso es que ahora ya no estoy en Bratislava (y crucemos los dedos para que no se les ocurra) y la semana sigue pasando igual. Además, el que siga pasando igual hace también que el trabajo sea más llevadero. Eso y, evidentemente, que no queda más remedio. Es más, ni siquiera tengo derecho a quejarme no vaya a ser que alguno de los cinco millones de parados se entere y me arree un estacazo.

Así que me hago mayor y el tiempo pasa o el tiempo pasa y me hago mayor. No lo sé muy bien aunque probablemente lo sepa dentro de otros diez años :-).

Un saludo, Domingo.

domingo, 7 de marzo de 2010

El año del Quijote

Este va a ser el Año del Quijote, lo sé. Quizás llega con cinco años de retraso pues para el resto de España ya fue su año en 2005, pero no me importa. Este año pueden pasar muchas cosas, algunas quijotescas, otras no tanto. Para empezar, ya he comenzado a leer el Quijote en francés ... pero lo he aparcado porque he visto que todavía me faltaba vocabulario. Así que lo he empezado también a leer en inglés.

La idea es leerlo en inglés, francés y español durante el año. Quisiera haberlo podido leer en uno de los idiomas para antes de la boda, pero no creo que tenga tiempo material para ello. De todas formas, no importa, la boda y la casa, la casa y la boda, son unos buenos molinos de viento a los que sí pienso vencer y a no tardar mucho. Supongo que este empecinamiento tiene que ver con aquel que me hizo leer el Señor de los Anillos en inglés aunque tardara 5 meses, pero aunque tenga que ver, no es lo único que me ha influido a tomar la decisión.

Evidentemente me ha influido el tener los libros que ya compré en su momento, también me ha influido el que El Quijote sea uno de esos pocos libros que empecé a leer en su momento y no pude acabar. Hará unos 20 años de ello (quien sabe si coincidiendo con las famosas inundaciones de Málaga en el 89). Recuerdo que leí la primera parte, que pasó sin demasiada pena o gloria. De hecho me preguntaba por qué contaban que mi tía se partía de risa leyéndolo. Y tras leer la primera parte, empecé la segunda ... y ahí me quedé. Llegué a una parte que me pareció especialmente árida y aburrida y no seguí.

De esta forma, El Quijote se unió a Cumbres Borrascosas, La Cabaña del Tío Tom, Moby Dick y posiblemente algún otro que no recuerdo. Ahh, sí, la Biblia, que me quedé en el Números, no sé si era ya algo premonitorio. Luego el tiempo me fue reconciliando con las novelas y me encantó Cumbres Borrascosas, me gustó mucho La Cabaña del Tío Tom y leí con cierta resignación aquellas largas descripciones de Moby Dick. En cambio El Quijote quedó siempre ahí como una espinita, clavada, hasta ahora que creo que es un momento tan bueno como otro cualquiera para quitarla.

Y quedaría la última aventura del Quijote, que no sería otra más que dejar los entuertos para quienes quieran desfacerlos :-). Pero bueno, como quiera que esa aventura no es en absoluto seguro que pueda llevarla a cabo, prefiero obviarla por el momento.

Un saludo, Domingo.

martes, 2 de marzo de 2010

Pues llámeme usted

Curioso el efecto de las palabras en una persona alterada o en vías de ello. Ya comenté no hace mucho lo de aquel hombre que no podía salir porque yo había bloqueado la salida del colegio por la que se ve que escapa asiduamente a las 20:00. En otra ocasión podría preguntarme por qué yo no hago lo mismo pero bueno, eso será en otra ocasión.

También podría comentar cómo alguien puede empezar una conversación contigo de forma inesperadamente pujante para al final capitular y casi darte la razón en lo que no , quizás, no debe. Pero eso también será para otra ocasión, si es que llega.

Definitivamente voy a hablar de las empleadas de Correos que se descomponen cuando ven que faltan 10 minutos para cerrar y todavía quedan unos cuantos clientes allí. Por lo pronto puede dejar a uno de esos clientes con la palabra en la boca para, con un curioso trotecillo cochinero, llegar a la puerta a negarle el paso a alguien falte un minuto para la hora de cierre o no. La verdad es que es de esas circunstancias en las que ves que, quizás con razón, quizás, sin ella, la persona que está atendiendo al público la está pagando con alguien que simplemente pasaba por allí.

El caso es que allí estaba yo, esperando estoicamente con el coche en visión directa para evitar problemas mientras la señora iba y venía, haciendo oscilar continuamente el número de personas que atendía, entre uno y dos. Y así entre oscilación y oscilación se fue acabando la cola hasta que solo quedábamos un señor que llegó después que yo y que, si no me equivoco, tenía el mismo tipo de ticket que yo (por lo que iba detrás de mí sí o sí). En cualquier caso, en una ventanilla estaba otro chico que estaba acabando y la de esta señora estaba vacía. Yo me acerqué con la intención de ahorrar tiempo y, en caso de que a pesar de todo llamaran al otro señor, retirarme prudentemente a esperar que el primero acabara.

Total que estaba preparando todo para cuando viniera la amable señora cuando ... viene la amable señora. Y además viene demostrando que estábamos en sus dominios y que la que mandaba era ella. Así que tuvo lugar la siguiente charla amistosa (sobre todo por mi parte):

Ella: ¿Le he llamado yo?
Yo: No, no me ha llamado.
Ella: Pues haga el favor de no venir hasta que le llame.
Yo: Pues llámeme usted.
....
Ella queda en fuera de juego claro de esos que si no los pitas te meten en el congelador dos partidos.
Ella comprueba el ordenador.
....
Ella: B285
Yo: Aquí tiene.

Quizás de haber usado yo el mismo tono con el que se habían dirigido a mí, la cosa hubiera sido diferente. Sé que incluso así se trata de una situación muy tonta y probablemente, vista desde fuera, de "hilaridad limitada". Pero el caso es que, cada vez que lo pienso, no puedo evitar esbozar una sonrisa.

Un saludo, Domingo.