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sábado, 2 de octubre de 2010

Don Quijote 2 de 3

Esta entrada debía haberla escrito la semana pasada pues tenía el final de la versión en castellano antiguo más fresca. De hecho, mientras leía el final intentaba tomar nota mental de dos o tres puntos que me llamaron la atención, para incluirlos en la entrada. Ahora mismo no sé cuáles eran. Creo que uno de ellos era cómo los sueños, por no decir pronósticos, de Cervantes sobre la repercusión de su novela, se mostraron muy pero que muy insuficientes. Y no me extraña. Me reitero en todo lo que la primera vez; más convencido si cabe después de haberlo comprendido mejor (aunque no del todo, que leer antes de acostarse también implica eso).

Así que, por no repetirme mucho y porque me gustaría comentar también otras cosas, comentaré a vuela pluma otras cosas que me han gustado de la relectura:

- Me gustaron las excusas del segundo tomo a los errores que se habían cometido en el primero. De nuevo, eso de hacer referencia en el segundo tomo a gente que ha leído el primero, es soberbio. De hecho, ahora mismo no recuerdo ningún otro caso similar, ni en libro bueno ni el libro malo. Por ejemplo, no me imagino a Harry Potter hablando con un muggle y comentando cómo se salvó de Voldemort.

Supongo que el hecho de que pasaran varios años entre parte y parte facilitó este hecho. Al igual que la aparición de la apócrifa segunda parte.

- Como dije antes, me gustaron las predicciones del propio Cervantes.
- Me gustó la lección de humildad a la que somete Cervantes al bachiller Carrasco al hacerle moder el polvo en su primer encuentro con el Caballero de los leones, otrora de la Triste Figura.

- No me gustó una cosa. Si hoy en día surgiera un Don Quijote, estaría a los dos minutos en televisión, posiblemente, por no decir seguramente, en un Reality Show. Y sus amigos no pelearían por salvarlo, más bien acudirían también a pillar una tarta del pastel. Mientras, la gente que se telealimenta de basura, seguiría dándole la razón a los que programan esas cosas de más que dudoso gusto.

No hay duda de que en cuatrocientos años hemos ganado en mucho, pero también hemos perdido. Quizás, lo duro de aquellos tiempos, convertía en mejores personas a la gente. O quizás no, ¿quién sabe?. Yo, al menos, no lo sé. Lo único que sé es que, tras otra paradinha técnica, otro libro entretenido, volveremos al ataque, subiremos el Tourmalet, o casi mejor el Angliru, del Quijote en francés.

Un saludo, Domingo.

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