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sábado, 16 de octubre de 2010

A dieta

A dieta o, para ser más honestos con la verdad, a medio-dieta. Algo así como la dieta que seguí el año pasado y que me ayudó a perder diez kilos, es lo que estoy haciendo ahora. Esta vez, acompañando o acompañado, peu importe, voy a intentar franquear ese umbral de los 80 kilos que se me resistió el año pasado. De hecho, mi objetivo ideal serían 75 kilos, un peso que posiblemente se acerque bastante a lo que podría ser un peso ideal para mi persona y mi constitución.

Por lo pronto y no sé si será casualidad o autosugestión, estoy empezando a recuperar algunas de las sensaciones del año pasado cuando jugaba al fútbol con un peso de 82 kilos. El jueves pasado, perdíamos 3-0 y, a la desesperada, nos pusimos a presionar arriba. Yo estoy particularmente convencido de que, con mi carencia de técnica, es casi lo mejor que puedo hacer, estorbar al que saca el balón del equipo rival. Esta vez, no por culpa directa de la presión pero posiblemente sí por culpa indirecta, robamos tres o cuatro balones a su defensa. En otra ocasión hubiera significado el empate pero esta estábamos demasiado espesos y nos tuvimos que conformar con un honroso 3-2 y el miedo en el cuerpo.

Aunque casi mejor que eso fue que me pude en cierta forma desquitar de la semana anterior. La semana anterior había jugado de portero un par de veces y en ese par de veces me colaron cuatro goles. Apenas tiraban y, cuando me ponía yo, tiraron seis veces. De esas seis, dos entraron de forma inapelable, absolutamente pegadas al palo, dos conseguí sacarlas con un cierto esfuerzo debido a mi escasa estatura, golpearon en el larguero, rebotaron y recibieron sendas oportunidades (las que faltaban) para solo tener que empujar el balón.

Esta vez, en cambio, fui yo el que marcó. Fue tras un robo, un jaleo dentro del área, me llevé el rebote, disparé, tocó el pie de un rival (que se torció el tobillo), tocó la mano del portero y entró. Lo malo de la jugada fue, evidentemente, la torcedura de tobillo. Además se trataba de un chico que ya tuvo una pequeña rotura fibrilar hace unas semanas y reaparecía esta. Pero bueno, son gajes del oficio, fue muy mala suerte porque la velocidad de mis disparos no es precisamente de las más altas del espectro de velocidades de los que disparan flojo y fue evidentemente sin intención. Ya habría cambiado yo el gol por la ausencia de lesión. Quizás con reticencias, pero lo hubiera cambiado :-).

Y esta mañana hemos vuelto a las andadas. Toda la gente que estaba viniendo últimamente hizo novillos y nos encontramos jugando al fútbol los cinco de siempre. Pero no ha estado mal porque también me ha permitido ensayar mi más que defectuoso uno contra uno e incluso marcar algún que otro gol que ha sorprendido a propios y extraños. De hecho, tras uno de ellos, alguien cuyo nombre no voy a desvelar gritó:
¡¡¡Toma nabo americano!!!.

A pesar de que es fútbol sala y además jugamos con reglas indoor, nos quedamos en fuera de juego. Por supuesto eso no evitó las repetidas alusiones a la expresión que se produjeron después y que se producirán durante las semanas venideras :-). El autor de tan curiosa expresión no quiso revelar de dónde venía. A los 5 minutos, tras darle unas diez vueltas al asunto, un par de ellas por minuto, creo que conseguí dar con la clave:

Lo curioso es que no me confundiera yo, que con la dieta debería ser más propenso a ver vegetales por doquier. Pero la dieta es más de comer menos que de comer mejor pues considero que ya como aceptablemente bien, aunque la hortaliza en cuestión no esté entre mis favoritas :-).

Un saludo, Domingo.

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