SECCIONES (ETIQUETAS)

sábado, 23 de octubre de 2010

Barrio Sésamo: Lento y Rápido

Posiblemente el título de la entrada no es el mejor título de entrada que haya escrito, pero fue lo primero que se me vino a la mente que estuviera relacionado con lentos procesos o rápidos acontecimientos. Y es que hay cosas que llevan su tiempo. Por ejemplo, cocinar una rana. Luego en otra entrada comentaré algo sobre el curso al que asistí esta semana pero en ese curso volvieron a comentar cómo se cocina una rana. Para cocinarla viva (aunque no sé muy bien por qué hay que cocinarla viva), hay que introducirla en agua fría y luego ir calentándola poco a poco. Así la rana se va encontrando a gusto, se va relajando y, cuando el calor llega a ser excesivo, no puede reunir fuerzas para salir. Por el contrario, si se metiera la rana en agua hirviendo, la rana daría un salto. Saldría escaldada, pero saldría.

Esto ya lo había leído yo una vez en un texto previo al reconocimiento de la crisis por parte del gobierno, de un reputado economista, profesor de universidad, catalán nacionalista y tesorero del Barcelona (o ex-tesorero) Xavier Sala-i-Martín (las propuestas económicas de CiU, partido del que es simpatizante este hombre, normalmente siempre me suelen parecer muy sensatas).

Pues bien, como decía al principio, hay lentos procesos que parece que nunca van a acabar y alguno de ellos hasta nunca acaban. El límite sería posiblemente el más famoso proceso, el de Kafka. Lo normal suele ser que el proceso acabe, tras un tiempo superior al deseado, quizás incluso cuando ya sea tarde, pero acabe. Otra cosa será que luego se perfeccione y pongo como ejemplo las resoluciones legales que dan la razón a fulanito o a menganito pero que no se aplican porque el partido político de turno considera que no le da votos.

Uno de esos procesos, todavía en marcha, es mi pérdida de peso. Los primeros resultados son bastante positivos: dos kilos en tres semanas. Y hay que ver cómo se notan esos dos kilos de menos a la hora de correr detrás de un balón. En un período parecido podría estar rozando mi primer objetivo, los 80 kilos. Como he dicho alguna vez, ya el año pasado me quedé con las ganas. Pero este año, con fuerza de voluntad y mi mujer acompañándome estoy bastante convencido de lograrlo, de forma que el auténtico reto podría ser bajar a los 75. Para ello, necesitaría varios meses (como siempre que he perdido peso), nada que ver con el tiempo que lleva salir de un grupo de internet.

Y es que frente a los meses o incluso años que se requieren para hacer algunas cosas (otro ejemplo es pagar una hipoteca), frente a eso están los acontecimientos que en cuestión de días, o incluso segundos te cambian la vida, poco o mucho. Al instructor del curso de esta semana le cambió mucho la vida. Con 21 años un defensa rival se cargó su rodilla: la famosa tríada, la lesión más temida por casi todo deportista. Y tuvo que dejar el fútbol. También en cuestión de segundos, otro día pasaba por una plaza llena de intransigentes. Acabó a hostias con dos y también con dos, pero esta vez dientes, menos.

Yo en cambio hoy he dejado un grupo de internet en el que llevaba varios años. No es mi intención contar aquí qué ha pasado (o cuál es mi versión sobre lo que ha pasado) ni quien podía tener más o menos razón y por qué. Simplemente me he ido porque he interpretado que eso era lo que se esperaba de mí y además que era lo mejor para que el grupo siguiera. Ciertamente me apena, pero tampoco me ha temblado el pulso. Hay cosas que pasan lentamente, como lo que hacemos cada día mientras buscamos nuestros objetivos, es decir, la propia vida y hay cosas que pasan rápido. En ambos casos lo mejor es asumir pronto el nuevo estado y tirar hacia adelante.

Un ejemplo de esto es una tía de mi madre a la que estuve visitando el otro día en el hospital. Años de diabetes la condenaron a tener una pierna menos. Con una fuerza de voluntad y un amor por la vida envidiables al poco tiempo ya estaba de aquí para allá en su silla motorizada. Años después, ya no le falta solo una pierna. Sin embargo ahí estaba con su venda atada al pie de la cama haciendo ejercicios para restablecerse y seguir con su vida en el menor tiempo posible. Ella lo decía: no me puedo venir abajo, si lo hago, en vez de 5 años que me puedan quedar de vida me quedarán dos o me quedará uno. Recuerdo todavía cómo, cuando era un niño, la veía aparecer en casa a veces. Había cogido su autobús en Vélez-Málaga, se había venido a Málaga a vender quesos, aprovechaba para ver a su hermano, su cuñada, sus sobrinos y se volvía. Además es una mujer con una increíble lucidez, siempre lo ha sido. Es una pena que una mujer así haya tenido que pasar y siga pasando por esto (aparte de los problemas familiares que ha padecido) pero posiblemente, si alguien puede superarlo, es ella.

Y eso sí que son problemas, no que alguien pueda opinar algo o lo contrario, sobre ti o sobre otros. En relación con esto último y para acabar, más noticias de trabajo. El otro día, a causa del curso, me perdí una reunión en la que se iba a contar cómo será la nueva organización del equipo. Luego recibí un correo con los detalles: Nihil novum sub solem. Lo curioso es que en el gráfico se podía ver ... gráficamente, para eso era un gráfico, algo muy interesante. Y eso tan interesante no es mas que yo estaba metido con calzador. Algo así como en una situación de responsabilidad sin apenas responsabilidades. Hay dos posibilidades para esta situación:
1.- Evolucionará lentamente y mejorará o empeorará a voluntad.
2.- Evolucionará bruscamente y mejorará o empeorará a voluntad.

Vamos como en Barrio Sésamo: rápido o lento.

Un saludo, Domingo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario