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sábado, 4 de diciembre de 2010

Pepe-Botella

Aunque en realidad son dos, no uno. Pepe es el hombre de 70 años con el que juego al fútbol todos los sábados ... que no llueve. Y la botella es la de cava que llevaba yo hoy y que se unió, de forma insospechada, a las que llevaba él.

Hace un par de semanas estrenamos equipaciones nuevas. El que las trajo no quiso cobrársela a Pepe, quiso que fuera un regalo suyo. Yo, evidentemente, lo apoyé. Pepe no paraba de quejarse porque quería pagar su equipación y entonces se me ocurrió la idea: Pepe, ¿por qué no haces como cuando lo de mi boda que te trajiste unos frutillos secos, un par de botellas y lo celebramos?.

Entonces saltó más de uno: ¿Ya, ya vamos a celebrarlo?. Y se acariciaron la barriga en un gesto que daba poco lugar a dudas. Ya lo decía aquel ... "hay más hijop... que ventanas" o aquel otro "más que teclas tiene un teclado" (unas 102 normalmente). Algo que por otro lado ya sabíamos, allí cualquiera te la lía en cuanto tienes un desliz. Aclaré que no, se interpretó como que la pregunta me había incomodado y seguimos. Y en eso quedó la cosa.

Hace dos semanas Pepe se llevó los "avíos" pero uno de nosotros se fue pronto y al final decidimos postergarlo. La semana pasada llovió y aproveché para donar sangre. Y esta semana era la "refinitiva". Llegué tarde pero aproveché para dejar salir a mi lado malo, que el pobre hace tiempo que no se da un garbeo y ya le hacía falta. Así que en vez de entrar directamente con la botella o incluso guardarla en el coche, probé a abrir el maletero de Pepe y ¡¡¡oh sorpresa!!! estaba abierto. Ante tal invitación, no pude sino coger la nevera portátil, abrirla y meter mi botella encima de las de Pepe y los correspondientes hielos.

Durante las dos horas largas de partido que acabaron con mucho cansancio, algún golpe y/o dolor se lo conté a algunos de los que estábamos allí. A las 12:30 hice un primer amago de acabar el partido pero la gente, al revés que yo, todavía estaba fuerte. Poco después tras una jugada personal de cierto mérito habida cuenta de mi cansancio, tuvieron a bien decretar el final del partido y proceder al refrigerio.

Nos dividimos en cuatro grupos, dos de ellos unipersonales. Uno que fue a su coche a buscar no sé qué, Pepe que fue a por los "avíos" y el resto que nos pusimos a recoger las porterías. Mientras las recogíamos, mirábamos de reojo a Pepe cargando con la nevera. Una botella más, aproximadamente un kilo más ... pero Pepe está fuerte y no lo notó o no lo parecía. En esto que coge y la abre. Algo llama su atención. Posiblemente la botella rodeada por porexpan o como se llame esa cosa cuya misión era protegerla de los golpes. Su cerebro amenaza con cortocircuitarse pero sale del paso con una pregunta muy pertinente ... "¿Quién ha metido esto aquí?".

Los demás nos hacemos los suecos y seguimos a lo nuestro. Él deja de preguntar y se pone a preparar las galletas saladas, los frutos secos etc. Imagino que mientras le seguiría dando vueltas al asunto, al "tema que te quema". Acabamos con las porterías; las recogimos, quiero decir y él se nos acerca y tiene lugar un diálogo parecido al siguiente:
-"¿Quién ha metido eso ahí?".
-¿El qué Pepe?.
-La botella esa.
-La habrás metido tú, ¿quién ha preparado eso?.
-Eso no puede ser, lo he preparado yo esta mañana.
-¿No habrá sido tu mujer?.
-No, eso no puede ser.
-Seguro que ha sido tu mujer Pepe, coge, llámala y le preguntas.

La cosa quedó en eso, no sé si porque no le gusta el móvil o tenía miedo al cachondeo. Igual daba, pero eso tampoco lo sabía él ... ni nosotros tampoco.

Abrimos una botellita, luego otra, finalmente aunque puso algo de resistencia, la mía. Eso de las de cava, pues todavía quedó una de sidra para el final. Aproximadamente tres litros, entre siete .. a dos tres vasitos debió caber. Alguno imagino que tocaría a más que yo, pero eso también era lo de menos, además de ser premeditado :-).

Junto con el alcohol llegaron las bromas, las fotos, los vídeos y una pregunta que atormentaba a Pepe y a la cual ninguno daba respuesta, al menos convincente. Junto con el alcohol llegaron los castos recuerdos de los años jugando al fútbol y las no tan castas insinuaciones más o menos explícitas o las peticiones de sexo mutuo ... pero sin mariconeos que diría Torrente. Bromas típicas, de esas que, sin ánimo de ofender, imagino que ofenderían a los gays que pueda haber entre nosotros. Pero si los hay, ya deben estar acostumbrados. Alguno que otro te marcan de cerca y el tema siempre es recurrente.

Junto con el alcohol llegaron las fases esas que no recuerdo pero entre las que estaba la exaltación de la amistad. Y Pepe en el centro de todo. Hoy se lo ha pasado bien, nos ha dicho que esto le da vida y posiblemente así sea. Que sean muchos años más y que nosotros lo veamos y lo juguemos. Y hasta que se entere, que lo hará, de quién era la botella y quién la puso ahí :-D.

Un saludo, Domingo.

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