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sábado, 28 de agosto de 2010

¿Y el guardaespaldas?

Esto es lo que dice la RAE:
cordobés, sa.
1. adj. Natural de Córdoba, ciudad de España, o de su provincia. U. t. c. s.
2. adj. Natural de Córdoba, ciudad de la Argentina, o de su provincia. U. t. c. s.
3. adj. Natural de Córdoba, departamento de Colombia. U. t. c. s.
4. adj. Perteneciente o relativo a aquellas ciudades y provincias o a este

Y esto es lo que me dice a mí:
Cordobesa: El apodo de una jugadora de hattrick con quien compartí grupo hace ya muchos años cuando yo estaba en VI división. De hecho, teniendo en cuenta que estuve 4 temporadas en octava división (hasta que aprendí a jugar) y una sola en séptima, esto debió ser finales de 2005, inicios de 2006. No recuerdo el nombre del equipo, pero sí el apodo de la dueña que, en realidad, no era cordobesa (motivo por el cual nuestros partidos no eran derbys andaluces) sino murciana o algo así, y se había ido a Córdoba porque su marido era de allí. ¿Y por qué la recuerdo? pues simplemente porque tenía un equipazo al que parecía imposible ganarle en mi primera temporada en VI ... y le gané. Aunque de forma un tanto injusta, todo hay que decirlo. Durante las siguientes temporadas esa "cordobesa" fue mi martirio particular porque me ganaba siempre (normal porque tenía mucho mejor equipo). Creo que quitando esa victoria inicial, después exceptuando un par de empates en mi campo, siempre perdí. Eso sí, fue ascender ella y a la temporada siguiente, una vez el tapón había desaparecido, ascendí yo :-).

Cordobés: Al parecer es una urbanización de Alhaurín de la Torre, llamada así porque el constructor era nacido en la ciudad de los Rafaeles. Y también era un vecino mío o, mejor dicho, de mis padres.

El Cordobés vivía en el mismo sitio, pero en la escalera de la izquierda. En su juventud parece que fue ... bueno, resumámoslo en que la aprovechó muy bien. Incluso, hoy mismo, decía su mujer que tenía muchas ganas de vivir. Indudablemente ya no era joven, tenía 73 años pero estaba perfectamente, al menos aparentemente. Estaba perfectamente hasta poco después de mi boda. En cuestión de un par de semanas pasó de estar aparentemente bien a que su cerebro se cortocircuitara y revelase una demencia senil galopante. Y tan galopante que a lo sumo en un mes ya estaba prácticamente en coma. Poco antes, entre mi hermano y yo ayudábamos a pasarlo de una silla a la cama y ya ni hablaba y apenas se movía.

Sé positivamente que no soy inmune a las emociones, pero también sé que, como todos, no las siento igual que otras personas de mi alrededor, pudiendo, en general, ver una situación de forma mucho más fría. Como digo, yo, ataviado con ropa de jugar al fútbol del jueves y mi hermano, convaleciente todavía de un esguince que se produjo en un partido del martes a las 8, lo movimos. Obviando a mi hermano que, por su trabajo, es normal que esté insensibilizado, yo lo hice sin pestañear, como si ayudara a mover un trozo de carne y no a un vecino con el que he hablado cientos de veces y al que saludaba cada semana cuando volvía a casa de mis padres. Las conversaciones se iniciaban, inevitablemente, con la siguiente pregunta:
¿Y el guardaespaldas, dónde lo has metido?.

Con "El guardaespaldas" se refería a mi hermano y yo siempre le decía que lo dejaba en la casa durmiendo o jugando o lo que fuera. Hacía ya tiempo que había dejado de preguntarme por "los millones" que yo ganaba. A pesar de todo yo alguna que otra vez le sacaba el tema y le decía cosas como que si necesitaba dinero para pagar el seguro de la comunidad o cualquier obra (él era el presidente), me lo dijera que en ese momento llevaba calderilla.

Teniendo en cuenta todo este trato, pensé que debía haberme resultado más difícil aquella labor. Algo así, aunque en menor intensidad, por supuesto, como a sus hijas a las que se les intentaban escapar las lágrimas al ver a su padre inmóvil en la cama. Pues no, y sin embargo, soy capaz de llorar con una película que no es más que mera ficción o siendo niño lloré desconsoladamente el día que me di cuenta de lo que significaba que alguien estuviera muerto y que, en concreto, jamás iba a poder ver a mi abuelo que murió un año antes de nacer yo.

No es que me sienta mal por ello, es simplemente que me siento curiosidad por saber por qué y en qué circunstancias somos así. Dicen por ahí que puede ser simplemente porque no es ni el momento ni el lugar. Ese es el momento y el lugar de no reconocer a la persona con la que has hablado tantas veces sino al trozo de carne que tienes que trasladar. Y esas emociones reprimidas son precisamente las que salen al ver Titanic. Sería algo que hemos ido aprendiendo generación tras generación. La verdad es que tiene sentido que así sea. Al fin y al cabo no somos más que un subproducto de la evolución, a no ser que seamos creacionistas :-).

Precisamente empalmando con la religión, el otro día, no sé si antes o después de que fuera a la correspondiente tanatosala, pensaba yo en escribir en el blog algo sobre la reencarnación. No recuerdo ahora mismo cómo empezó todo. Quizás debió ser en alguno de los viajes en coche de aquella tarde, quizás debí pensar que todo el mundo tiene que afrontar en un momento dado la posibilidad de estar cara a cara con la muerte. O al menos de estar viéndola por el espejo retrovisor. Evidentemente si me pasara a mí ahora, sería una gran putada. Joven, recién casado, en posiblemente el mejor momento a nivel personal ... pero me gustaría pensar que lo afrontaría moderadamente bien. Bueno, ya sé cómo empezó todo. Empezó con este interesante vídeo
http://www.clarin.com/shared/v8.1/swf/fullscreen_video.html?archivo=http://videosfla.uigc.net/2008/07/29/rp.flv. Una vez visto, hay poco más que explicar.

Reflexionando sobre la muerte de mi vecino, el vídeo y demás, llegué a pensar sobre la reencarnación. Yo creo que ahora soy esencialmente agnóstico y añado lo del esencialmente porque en su momento no lo era y veo complicado desligarse completamente de una creencia así. El caso es que el agnosticismo me hace pensar que me da igual si hay algo después de la vida (mejor que de la muerte), creo que hay que intentar que el mundo cuando te vayas sea un poquito mejor y ya está. De hecho nunca lo había pensado así pero realmente habrá vida después de nuestra vida. Otra cosa es que nosotros la vivamos de alguna forma o no. Alguien que crea en la reencarnación diría que sí.

En este sentido, siempre me ha llamado la atención que la gente que dice haberse reencarnado y recordar cosas de aquella vida mediante hipnosis, normalmente dice haber sido Napoleón (estoy exagerando) o similar en una vida anterior. Pocos dicen haber sido alguien sin ningún tipo de oficio, vagando por las calles de una incipiente ciudad o un esclavo o una prostituta o un lisiado que malvivía o un obrero que trabajaba 16 horas diarias o ... pero teniendo en cuenta el ritmo de crecimiento de la población mundial es cuando mínimo cuestionable no solo haber sido un personaje famoso sino simplemente haber sido:
http://es.wikipedia.org/wiki/Poblaci%C3%B3n_mundial

Precisamente esta mañana lo pensaba durante una parada del partido de fútbol. ¡¡¡Qué suerte tenemos de haber nacido en este lugar y este tiempo, todo a la vez. Tenemos cientos no, miles de parabienes y ningún motivo para quejarnos. La sola posibilidad de tener tiempo libre para poder correr detrás de una pelota es, con mucho, para darse con un canto en los dientes.

Un saludo, Domingo.

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