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lunes, 8 de febrero de 2010

Linux y el tiempo

Lo de Linux es solo porque estoy escribiendo desde el chrome que he instalado en el Guadalinex que he instalado ... en el portátil. La verdad es que hacía muchos años que no instalaba un linux. En aquella ocasión (2003-2004) creo que fue un Red Hat 7 al que le creé las particiones y después le dije que se instalara él ... craso error. Me borró la tabla de particiones, el Windows y los 40 gigas que tenía en capítulos de MacGyver. Aunque lo bueno que tenía aquello fue precisamente que Linux te ofrecía muchas otras herramientas para desfacer el entuerto y finalmente lo conseguí. Restauré las particiones y recuperé los capítulos de MacGyver que luego apenas vería.

Posteriormente usé linux en alguna ocasión pero como live-cd para recuperar algún que otro fichero perdido y poco más. De vez en cuando, muy de vez en cuando, probaba alguna nueva versión del Knoppix, el live-cd que más me gustó y veía que la cosa iba cada vez mejor, aunque nunca me decidía a dar el paso de instalarlo y mucho menos usarlo. Pero ahora sí, ahora sí me he animado.

Todo empezó con la subida de tensión que hubo en mi casa el verano pasado y que acabó con medio ordenador hecho unos zorros. El seguro se hizo cargo y me trajeron de vuelta un ordenador que iba bastante mejor que el que se estropeó. En primer lugar venía con un procesador dual core, en segundo lugar con un XP que no sé muy bien por qué, arranca que se las pela.

Eso sí, perdí mi certificado digital, que tuve que volver a solicitar; perdí las fotos, aunque tenía copia de seguridad y perdí también el .pst con mis correos, del que también tenía copia de seguridad. No sé qué hubiera pasado de no haber estado en Bratislava pero como estaba allí, no me di ninguna prisa en instalar nada. A eso se le unió que el Open Office es razonablemente bueno, bonito y barato (el razonablemente afecta solo a bueno y a bonito, no a barato, que para eso es gratis), que gmail me permitía reunir en un único sitio todo mi correo POP3 y que ya me había acostumbrado a usar la interfaz web (sobre todo ahora que casi todos los navegadores vienen con corrector de ortografía).

Así que, como digo, no instalé nada de eso. Además como tampoco usaba ningún software especial y lo poco que usaba procuraba que fuera open source, el PC de sobremesa se quedó así. A finales de año, me entraron las ganas de probar de nuevo a ver qué tal iba ese Linux que en su momento no le había podido ganar la batalla a Windows y solicité (no en vano lo pagamos) que la Junta de Andalucía me enviara un DVD de instalación de Guadalinex. Además, este sistema operativo se suponía que tenía otras ventajas, entre ellas que se suponía que traía de serie numerosas aplicaciones educativas.

Lo solicité a finales de noviembre o principios de diciembre. Me llegó la última semana de enero. Sí, definitivamente debería hablar con mi cartero. Y eso que los libros que compré allende los mares sí que vinieron en un tiempo prudencial. Serán cosas de la globalización, supongo.

Tenía por aquí el portátil de mi padre, que estaba dando muchos fallos y en el que quería experimentar a ver qué tal. Aparte, mi hermano se iba a comprar otro por lo que el de Linux quizás quedara libre ... no quedó libre, aunque eso es otra cosa. El caso es que instalé Linux y llegaba la parte más peliaguda, el usb wifi. Con mucho trabajito y una aplicación fabulosa que te lo configura todo a partir del .inf de Windows, al final el wifi tiró adelante. Bueno, uno de los dos wifis porque con el otro fue imposible.

Y una vez conseguida la machada, quedaba lo más fácil, instalarlo en el portátil donde otras distribuciones en live-cd funcionan sin problemas ... ya, ya, ya ... lo más fácil. Al final fue algo más sencillo que en el de mi padre pero no trivial. Entre otras cosas me tuve que bajar 50 megas de drivers originales solo para el ficherito bueno, que no era ninguno de los que había cogido de Windows ni de los que la gente ponía por ahí en sus soluciones.

Y poco más, ya está el Guadalinex en los dos portátiles, con su wifi y todo. Ahora estoy en este instalando los paquetes educativos ... por si en un futuro hicieran falta. La verdad es que me gusta y, si puedo, por ahora creo que lo seguiré utilizando. A ver cuánto me dura :-).

Pero claro, esto, dentro de "Linux y el tiempo", hace referencia a Linux, pero no al tiempo. Al menos no directamente. Como decía, hacía ya 6-7 años que no instalaba un Linux. De igual forma, no hace mucho me preguntaron si yo recordaba cómo iba no sé qué distribución de estadística. Comenté que eso yo lo vi en 1994-1995 por lo que hacía ya casi 15 años (que no es nada y por lo tanto es algo). De igual forma, hace ya 11 años que acabé la carrera y dentro de unos meses hará 10 que estoy trabajando en la misma empresa. Y siguiendo con esos años, a finales de 2009 me encontré con una persona que hacía unos 12-13 años que no veía. Bueno, en realidad no era él, era su hermano gemelo. Estuve un rato hablando con él, me contó más o menos lo que había sido del hermano y, tras darle mi dirección de correo para que se la diera a su hermano, me despedí. Hasta ahora no he sabido nada de él.

En cualquier caso, me dio realmente pena lo que escuché, que no fue más que la historia de un Einstein al que no han sabido ayudar o que no se ha sabido ayudar. Se trata, creo que sin dudas, de la persona con más capacidades con la que he compartido estudios. Por cierto, no sé si es que pensé en escribir sobre esto y no lo hice o porque he comentado el tema con amigos pero tengo la sensación de haber escrito ya esto.

El caso es que tuve compañeros buenos/muy buenos pero en la mayoría de los casos sus aptitudes necesitaban de una forma sine qua non de sus actitudes. Este chico no, su genio/ingenio le permitía pasearse sin esfuerzo aparente por zonas que a otros nos parecía que tenían, cuando menos, una capita de barro bien despachada. Si tuviera que compararlo con algún personaje cinematográfico, sin duda sería con el Indomable Will Hunting. Posiblemente no sería muy descabellada la escena esa en la que él quema una demostración por parecerle trivial mientras el viejo y laureado profesor se desespera porque sabe que él nunca conseguirá hacer algo así. Quizás sea pasarse, lo sé, pero creo que esa imagen sería más cercana a la realidad que la inversa.

Supongo que en casos como estos se me antoja tan necesaria una reforma educativa en condiciones como una reforma educativa que permita guiar a superdotados así. Puede ser que este tipo de personas pierda con el cambio, sobre todo si se frustran, pero también puede ser que simplemente vivan bien con lo que tienen y no quieran nada más. Eso no sería criticable, lo criticable sería el primer caso, por motivos obvios, y en el segundo que nosotros como sociedad saldríamos perdiendo por no haber sabido motivarles.

Un saludo, Domingo.

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